Orilla del Azarbe tiene una Historia común a la de casi todas las pedanías de la Huerta de Murcia. Estos parajes estuvieron escasamente habitados, incluso durante la dominación musulmana, cuando la mayoría de los habitantes se agrupaban en la ciudad amurallada. Fueron estos pobladores los que estructuraron estos territorios conformados por almarjales, creando una tupida red de acequias, que tomaba sus aguas del río Segura.
Estas acequias regaban huertos y jardines, al igual que los azarbes que recogían esas aguas, una vez regada la tierra en otros canales, y regaban el territorio aguas más abajo. El agua que discurría por las acequias impulsaba artilugios hidráulicos como norias y molinos, alimentaba fuentes públicas, aljibes, balsas, lavaderos, baños públicos, abrevaderos de ganado y constituían una eficaz red de saneamiento urbano. La toponimia de este lugar responde así a su situación a la 'orilla de un azarbe'.
Tras el repartimiento de tierras realizado por Alfonso X 'el Sabio', la llegada de nuevos pobladores se vio frenada, tanto por las dificultades del terreno como por el hecho de que, en los pocos caseríos existentes, predominaba la gente morisca, no atreviéndose a establecerse en ellos los nuevos dominadores. Los nuevos pobladores cristianos mantuvieron y aumentaron esta red de riego, dada la fertilidad y riqueza que suponía.
Las dificultades del terreno explican el hecho de que no haya una documentación exacta sobre la pedanía de Orilla del Azarbe durante la Edad Media, y que no sea hasta el siglo XVI cuando se empiece a poblar y cultivar su terreno. En el siglo XVI esta zona de la huerta de Murcia, que se extendía desde La Cueva y El Esparragal hasta Santomera, y que era conocida como La Urdienca, fue donada por doña Juana la Loca a don Alonso Vozmediano y Arroniz, fundador de la Orden de los Jerónimos de San Pedro de la Ñora que, a su vez, las cedió a la citada orden en 1557.
Desde finales del siglo XVI, y gracias al esfuerzo de los frailes, estas tierras empantanadas fueron saneándose, mediante la apertura de acequias de riego adyacentes, siendo cedidas a colonos mediante el sistema de arrendamiento, sin que durante los cuatro primeros años se tuviera que pagar renta alguna. Es así como los almarjales improductivos de La Urdienca pasan a convertirse en tierras cultivables y fecundas.
En toda la zona se dieron cultivos de lino y seda y, de manera destacada, el cultivo del pimiento de bola introducido por los frailes Jerónimos. Esta bonanza continuaría durante todo el siglo XVIII. En el siglo XIX se producen crisis, que frenan la economía del lugar. Es en estos momentos cuando vuelve a depender de nuevo de Murcia, después de haberse constituido un Ayuntamiento. Será de nuevo en el siglo XX cuando estos terrenos de huerta quedarán definitivamente integrados en Santomera, aunque sus vecinos disfrutarán desde entonces de los servicios públicos de la población municipal.
Orilla del Azarbe ha basado su desarrollo económico en su actividad agrícola y en concreto en la producción de cítricos o en producciones pequeñas dedicadas al autoabastecimiento, o a la venta a vendedores ambulantes, como sucedía en casi todo el valle huertano del Segura. La red de riego de la Huerta de Murcia es de las más antiguas de España y proviene de la época musulmana, en la que se construían presas o azudes sobre el cauce del río, una de las más importantes existentes en la actualidad es la Contraparada, a 7 kilómetros aguas arriba de la ciudad de Murcia.
Un elemento importante en el desarrollo de la economía de lugares como Orilla del Azarbe, es el de los sistemas de distribución de aguas a los cultivos de huerta. El agua que se desvía del río es conducida por dos acequias mayores que discurren por los márgenes del Segura, la derecha o Alquibla, y la izquierda o Aljufía . En tierras por encima de las acequias el agua es elevada mediante norias, un artilugio hidráulico movido por impulso de la corriente de agua que la eleva en sus cangilones a terrenos más altos. A lo largo de la huerta de Murcia existen muchos canales de agua que tienen diferentes nombres según circulen aguas vivas procedentes de las acequias mayores o aguas muertas, de drenaje o de escorrentía.
En los últimos años, la cercanía de la capital murciana invita también a muchos vecinos a escoger esta pequeña población como lugar residencial, un hecho que va potenciando su sector servicios.
La naturaleza de los suelos de Orilla del Azarbe es propia de tierras arcillosas que dejan una tierra rica en limos, buena para los cultivos de cítricos como el limonero.
Además de frutales agrios, también es común ver otros árboles como el granado o la olivera, y especies espontáneas como la palmera datilera.
Junto a los huertos siempre se desarrolla una vegetación silvestre de bosque galería que es abundante sobre todo en las zonas de canales de riego, ya que las áreas cultivadas sufren una roturación y limpieza continua.
Las cañas de arundo donax son las más numerosas, muchas veces con una vegetación asociada de correhuelas, campanillas y diversas enredaderas.
En el margen de los brazales es común observar olmos, aros, sauquillos y plantas aromáticas como la hierbabuena o la menta.
Junto a todos estos ejemplos típicamente huertanos no se deben olvidar los cipreses y pinos carrascos, que aún hoy se divisan entre algunas propiedades particulares con fincas de agrios asociadas.
La fauna que puede observarse entre los huertos, ya que la zona urbana apenas ofrece ejemplos de gorriones o palomas, se centra sobre todo en especies avícolas, ya sean mirlos, tórtolas, abubillas, carboneros o verderones.
Los reptiles son el otro grupo numeroso, pero con especies tan usuales en estos medios como las culebrillas y, entre los roedores, abundan los ratones de campo.
En Orilla del Azarbe se disfruta de rica cocina, que tiene como base los excelentes productos que ofrece su huerta. Las verduras rebozadas y fritas o a la plancha constituyen uno plato único para el deleite del paladar. Son tradicionales de esta tierra platos como la olla gitana, el guiso de trigo, los gurullos, el rinrán, ensalada de pimientos, tomate y bacalao seco o el mojete. Los platos basados en el arroz, son aderezados por el producto base de estas tierras, el limón. De los dulces caseros, fabricados artesanalmente y consumidos sobre todo en Navidad, destacan los mantecados o la oreja de fraile, con una masa de aceite, harina, huevo, mantequilla, azúcar, vino blanco y anís dulce, con forma de oreja, frita y azucarada. Y un postre que no puede faltar en la tradicional de la huerta son los paparajotes.
Las tradiciones de Orilla del Azarbe están muy vinculadas a la huerta en la que se enclava. Una de las más vividas es la de la matanza que se celebra por octubre y noviembre. Ésta preparaba antiguamente las despensas para el invierno y en torno a la elaboración de los embutidos participaban hombres y mujeres.
La música y el baile siempre han estado presentes en todos los acontecimientos de la vida de los huertanos. Los caminos de la Huerta estaban amenizados por los sonidos de las rondallas y el baile alegraba las fiestas de la sociedad murciana, jotas, malagueñas y, especialmente, parrandas eran interpretadas por parejas de bailarines y cantadas por hombres y mujeres.
Los huertanos celebraban con especial devoción la Romería de la Fuensanta en el mes de septiembre. Por la mañana temprano acudían a la Catedral de Murcia para ver salir a su Virgen en romería hacia el eremitorio del monte, por el camino de Algezares.
En agosto caminaban en romería hasta Monteagudo para acompañar a San Cayetano a su iglesia.
En el día de la Asunción, en agosto, los huertanos se encaminaban a bordo de carros hacia la playa de Los Alcázares para cumplir con el rito de los novenarios, un ancestral rito que consistía en la toma de nueve baños y que, según el clamor popular, garantizaban buena salud para el resto del año.