Los pozos de nieve son construcciones que han proliferado dentro y fuera de las fronteras de la Región de Murcia. Fueron centros de partida y referencia de un comercio que ejerció de motor de buena parte de la economía murciana durante los siglos XVII y XVIII. Esta actividad desarrolló una estructura de trabajo peculiar en la que eran igualmente importantes desde el último peón hasta el fiel que cuidaba el pozo durante el año, ya que todo dependería de la rapidez con la que se recogiera la nieve, las condiciones con la que se transportara, el número de hombres, el material de trabajo y la intendencia. El objetivo era tener todo a punto para cuando llegaran las primeras nieves.

No sólo existieron los pozos de nieve como lugares de almacenamiento de ésta, también se utilizaron los caprichos que el terreno brindaba para el mismo fin, como es el caso de muchas de las simas y cuevas que salpican las sierras murcianas.

Arquitectura y materiales

Los pozos de nieve se construían en lugares de gran altitud, donde era habitual que nevara en invierno. Normalmente, se ubicaban en las laderas, ya que facilitaban la evacuación de las aguas durante el deshielo.

Los pozos de la Región de Murcia guardan un gran parecido en lo referente a formas constructivas y materiales. La planta circular era la más empleada en estas construcciones y los materiales que primaban eran los típicos de la arquitectura popular: ladrillo, piedra, madera, yeso, etc...

La parte superior solía terminar de forma cónica o cilíndrica, siendo la zona más visible de la construcción, que en muchas ocasiones era rematada con material vegetal con la intención de conservar el frescor el máximo tiempo posible. Para que no quedara duda de la solidez de la estructura se solían añadir dos o más contrafuertes.

No hay que olvidar que la parte visible de los pozos era la superior y que el pozo en sí consistía en una oquedad de proporciones, en algunos casos casi gigantescas, de hasta 9 m. de diámetro y 7 m. de profundidad.

Tenían dos o tres puertas, que eran llamadas de carga por la función que su propio nombre indica, lugares peligrosos donde los peones debían extremar las construcciones a objeto de evitar la caída.