Viajero inagotable (recorrió Al-Ándalus, el norte de África, Turquía y Oriente Medio), vivificó el sufismo, la corriente mística islámica que aboga por la profundización en el propio yo como modo de llegar al conocimiento de lo divino.

Ibn Arabí recomendaba que tras iniciarse con un maestro  el camino de búsqueda debía ser en solitario, con silencio, practicando ayunos y pidiendo la iluminación divina.  El combate contra los vicios requiere: complexión física fuerte, propósito firme, recta intención y vida interior, no debiendo buscarse los poderes, ya que desvían de la meta final, la evolución, el conocimiento de uno mismo.

Para llegar a la meta es preciso la abstinencia, la humildad, la fe y la ruptura con el mundo exterior.  Esta búsqueda de la perfección se ve facilitada por la meditación, dudar de la razón y realizar un examen de conciencia continuo.

Los carismas o poderes pese a no buscarlos llegó a conocerlos llegando a realizar una división de los mismos. Los dividía en externos (volar, andar sobre las aguas...) e internos (revelaciones de los misterios). La posesión de carismas no son un signo infalible de perfección ya que muchas veces no son sino ocasiones propiciadas por Dios para probar nuestro desapego a las cuestiones mundanas. El verdadero místico evolucionado los suele mantener ocultos.

Abenarabi describió, en sus más de 250 libros, la intuición mística, definida en tres etapas: revelación, iluminación y contemplación. La revelación, tras el combate ascético consigue descorrer los velos de los misterios si bien no permite captar la esencia. La iluminación consigue que descifremos los enigmas. Por último la contemplación es el momento en el que el alma es alumbrada.

También las obras de Ibn Arabí describen el éxtasis y los sentimientos de beatitud y todo lo que este estado implicaba. Todos los estudiosos han considerado a Ibn Arabi 'el mayor de los jeques', 'el más grande maestro', siendo su misión la de esparcir  la doctrina sufi, llevándola a sus más altas cotas.  Sus escritos son verdaderos poemas de amor, llegando a decir: —La visión de Dios en la mujer es la más perfecta de todas—.  Su poesía es tan sublime, encierra tantos significados posibles, está tan llena de fantástica imaginería que puede ejercer un efecto mágico sobre el lector.

Ibn Arabí veía en la belleza humana una expresión de la realidad divina y supo expresarla con delicadeza y amor siendo la mujer la máxima expresión de esta realidad, por ello, algunos de sus escritos parecen poesías eróticas.  Para terminar, queremos reflejar algunas de sus afirmaciones:

   ''Que la verdad eterna te despierte del sueño..., y te haga consciente del origen al cual debemos volver todos''.

    ''El mundo no es malo..., lo que es malo es tu modo de servirte del mundo cuando te vuelves ciego para la verdad''...

    ''Debes saber que conocer y obedecer a tu Creador es el único camino que te conducirá a la paz y a la felicidad''.

    ''...Cuando leas, reflexiona sobre el significado de lo que hayas leído..., existen infinidad de significados dentro de las frases...''

    ''Abre tu corazón para que puedas recibir la benevolencia divina'',

    ''Aprende a dar, tengas mucho o poco, estés contento o estés sufriendo'',

    ''No te quedes satisfecho con tu estado espiritual: avanza''.

    ''Debes encontrar el amigo adecuado que te servirá de apoyo y será un buen compañero de viaje en el camino de la verdad''.


Sus obras más importantes son Las revelaciones de La Meca y La sabiduría de los profetas, está última, probablemente su obra más leída, considerada su testamento espiritual. En ella expone su concepción del universo y la creación, de clara inspiración panteísta - "No existe Dios, nada hay fuera de él" -, lo que motivó el recelo de los islamistas más ortodoxos. 

Ibn Arabí es una figura compleja, de dimensión tan inabarcable como su propia obra, que desata amor o rechazo, y cuya vida y pensamiento, gracias al trabajo de numerosos investigadores, podemos reconstruir de manera muy precisa.