El Cabezo, pequeña pedanía del norte de Cehegín, le debe su nombre al montículo al pie del cual se extiende, con unas pocas calles entre las que se despliega un escaso entramado urbano de nuevas casas y un par de viejos caseríos. No existen referencias puntuales que nos hablen de la Historia de este lugar cercano al embalse del río Argos, y que queda en la confluencia de muchas de las tierras de cultivo de Cehegín.
Además de los hallazgos en el Cabezo Roenas en Begastri, de la Historia de Cehegín podemos destacar la Reconquista cristiana, en el siglo XIII. Cehegín pasó de tener una pequeña comunidad mozárabe en los siglos IX y X, en las ruinas de Begastri, a tener una repoblación cristiana que comenzaría a extenderse por Canara, y otra despoblación a partir de 1264, tras las revueltas mudéjares en toda la Península. Tras la revuelta Alfonso X donaría Cehegín a la Orden del Temple, y tras su desaparición pasaría a formar parte de la Orden de Santiago.
Pero la gran repoblación de Cehegín no llegaría hasta los siglos XV y XVI, tras la Reconquista en 1492 del reino nazarí de Granada y la pacificación de todas las áreas cercanas a la frontera. El siglo XVIII constituiría el momento de mayor esplendor del municipio, con la construcción de importantes monumentos y edificios.
El siglo XIX supondría un verdadero cambio para la zona. En 1847 se expropiaba a la Orden de Santiago buena parte de sus dominios, y pueblos como el de Cehegín veían cómo se transformaba el régimen administrativo de sus tierras. No es de extrañar pues que los comienzos de pueblitos como El Cabezo comiencen en este preciso instante, ya que el nuevo reparto de tierras daba mayores oportunidades a labradores y pequeños propietarios. Caseríos como éste de El Cabezo estarían dedicados a la agricultura de secano y a productos tan punteros en Cehegín como el esparto y el cáñamo, con los que se confeccionaba cordelería y todo tipo de elementos y calzado. Junto a la humilde industria del esparto surgiría la de la minería de hierro, de la que muchos vecinos de Cehegín vivirían hasta su declive y desaparición en 1929.
Esta pedanía se encuentra en lo alto de un cabezo de unos 470 m de altura y desde ella se puede contemplar, hacia el norte, el embalse del Argos junto al que se ubica. El paisaje está dominado al este y al sur por la vega del Río Argos jalonada por numerosos huertos y algunas balsas para almacenar el agua de riego, necesarias para emplear los modernos sistemas de riego localizado por goteo que son los que garantizan una máxima eficiencia en el uso del agua. Las tierras están ocupadas casi a partes iguales por invernaderos y cultivos al aire libre. Hortalizas como los tomates, frutales de hueso y flores, principalmente clavel, se reparten el terreno dedicado a labor de regadío.
En la ribera del Río Argos, ya en su tramo final y su desembocadura, la vegetación que predomina son los carrizos y juncos. No es difícil observar a los alcotanes (Falco subbuteo) sobrevolando este área cercana al embalse.
Entre las especies de fauna piscícola que los habitan destaca el barbo o Barbus sp. Se trata de una pez de río comestible que puede habitar en embalses siempre y cuando las aguas estén muy limpias, su presencia, por tanto, es una buena señal del estado de las aguas, se caracteriza por las cuatro barbas o barbilones carnosos que nacen en su labio superior y de las cuales le viene su nombre. Otras especies que se pueden encontrar son la carpa y el carpín. Desde el año 2005 se celebra un campeonato de pesca en este embalse.
Los vecinos de El Cabezo suelen celebrar la pequeña fiesta de San Antón, en el mes de enero. Una convivencia de vecinos, entorno a las viandas que se preparan tras la matanza de un cerdo, en un día de campo tradicional, es todo lo que necesita esta fiesta para ser disfrutada por los vecinos del lugar.
La base de la economía de esta pequeña pedanía ha sido la agricultura. En la actualidad las actividades agrícolas siguen siendo importantes en El Cabezo. Parte de los cultivos se hacen bajo invernadero, así se cultivan tanto hortalizas como flores. Entre las hortalizas las principales producciones son de tomate, mientras que entre las flores es el clavel el que ocupa el primer lugar. Todos estos cultivos son llevados a cabo por pequeños agricultores generando una economía familiar pero con una buena productividad. Muchos de estos pequeños agricultores están asociados en una cooperativa que proporciona una mejor gestión de sus productos haciéndolos más competitivos.
La olla de verano, un guiso con patatas, calabaza y alubias, y la de invierno, con patata, arroz, tocino, magra y morcilla, son dos de los platos más típicos de Cehegín, guisos que en otras partes de Murcia se convierten en cocidos u olletas de cerdo. Y a estos dos sumamos la pipirrana, el arroz con bacalao, la perdiz escabechada o los asados de carne de cordero.
Además de las frutas de temporada, ya sean higos chumbos, higos de higuera, cáquiles o peros de Alcuza, los dulces ocupan un lugar importante en la gastronomía, como el alfajor, los cascos de calabaza, las picardías, las yemas de huevo con azúcar o las almendras garrapiñadas.