Sería difícil determinar la Historia de esta aldea, que apenas tiene hoy día un núcleo de población definido.
Siendo un ámbito que queda entre La Garapacha y el pueblo de Fortuna, su topónimo hace referencia a su peculiar configuración de una pequeña población dispersa.
Aún se pueden observar restos de casas cuevas en Las Casicas, lo que lleva a aventurar que debió ser poblada, de manera especial, a principios del siglo XX, momento en el que numerosos vecinos, en ocasiones de fuera de la población y del municipio, se ubicaban en estas aldeas de Fortuna construyendo sus propias casas cueva. Estos vecinos solían dedicarse a las labores agrícolas, muchas veces fuera del pueblo de Fortuna, en municipios vecinos como los de Ulea o Archena.
En Las Casicas debió influir en el estilo de vida que en su entorno se daba. La Sierra de la Pila se caracterizó por una fuerte dispersión demográfica, con una presencia de cortijadas distribuidas a lo largo de los parajes de su entorno, algunas de ellas muy poco habitadas.
Los núcleos de población de origen musulmán, durante la Edad Media, no quedaron mermados tras la Reconquista cristiana, que no fue excesivamente traumática, ya que debió permanecer la práctica totalidad de la población anterior, lo que se tradujo en la continuidad de las actividades económicas, cuyos elementos fundamentales fueron la actividad agrícola de los moriscos y el aprovechamiento de pastos por los ganaderos murcianos.
El siglo XVII supuso un avance de las roturaciones de eriales y montes y se amplió el regadío. Durante el siglo XVIII las actividades como la recolección y la caza adquirieron de nuevo un importante valor económico. En este siglo se produjo un aumento de la población, lo que hizo crecer la demanda de productos de recolección, como esparto, barrilla, carbón, madera y plantas aromáticas, además de un avance de la agricultura, que empujó a la ganadería a las zonas más altas. El desarrollo económico entre los siglos XVII y XVIII llevó a la construcción de pozos para almacenar nieve, que aún hoy día se pueden visitar en la Sierra.
Y como hemos mencionado ya, los comienzos del siglo XX vieron crecer las aldeas de casas cueva que, en años, serían abandonadas por sus propietarios ante mejores perspectivas de vida o la adquisición de terrenos propios, que les permitieran construir nuevas casas. Hoy día Las Casicas muestra multitud de nuevas construcciones, que han ido convirtiendo el lugar en una población que aún recuerda parcialmente, por su dispersión, los comienzos del viejo caserío de labradores y operarios.
El paraje de Las Casicas se encuentra en medio de un entorno agreste y reseco. Tierras de secano en las que eran abundantes, como en otros muchos lugares, las casas cueva. Las iniciativas empresariales en esta pedanía se circunscriben a la construcción, la hostelería y el turismo rural.
En Las Casicas hay viviendas construidas ya en pleno siglo XXI, muchas de ellas habitadas por población foránea. También se han rehabilitado antiguas casas-cueva construidas en el interior de las montañas tras horadar sus laderas, se trata de casas que apenas destacan sobre el paisaje en el que se integran de modo extraordinario.
Los visitantes de esta zona del municipio de Fortuna tienen en Las Casicas un lugar estupendo para descansar y tomar un refrigerio. La iniciativa empresarial ha dado como resultado la instalación de dos establecimientos dedicados a la restauración que atienden a los muchos turistas que pasan por estas tierras.
La pedanía se sitúa junto al margen izquierdo de la Rambla del Cantalar, al sur y al este de Las Casicas se encuentran respectivamente las sierras de Lúgar y El Corqué, a unos 2 kilómetros al sur el Cortado de las Peñas y al norte La Churleta. El paisaje que rodea esta pequeña población es bello y singular.
Desde el punto de vista geológico está enclavada en un punto cercano a lugares muy interesantes como La Cueva de Solins en el Alto de La Churleta. Se trata de una de las cavidades subterráneas más importantes de la Región y más extensas de Fortuna con algo más de un kilómetro de recorrido.
La vegetación la conforman pinos, lentiscos, coscoja, espino negro, romero, tomillo, esparto, albaida, palmitos, tarays, aneas o adelfas. De las especies de fauna podemos destacar el águila real, el halcón peregrino, el azor y el gavilán entre las aves rapaces, y entre los mamíferos encontramos ginetas, gatos monteses, musarañas, conejos o zorros.
Código Postal: 30629
Origen: Siglo XIX
Altura media: 435 m.
Habitantes: 84
Superficie: 2 km2
Centro de salud:
Domicilio: Avda. Juan La Cierva S/N - 30620, Fortuna
Teléfono de cita previa: 968686392
Teléfono de urgencias: 061
Urgencias: En el propio Centro de Salud, como Punto de Atención Continuada (PAC)
Fortuna forma parte del nordeste murciano, muy relacionado con las tradiciones de las comarcas del Altiplano y también, teniendo en cuenta su cercanía, con los municipios alicantinos.
El hecho de que antiguamente los vecinos de Las Casicas, como los de otras poblaciones de Fortuna o Abanilla, pasaran temporadas de trabajo en Castilla en labores como la siega de cereal, fue determinante para que sus costumbres culinarias quedaran directamente influidas por las manchegas.
El gazpacho manchego, con carne de caza si se desea y las tradicionales tortas de pan ácimo, son también recetas que se degusta en la villa y en toda Fortuna, al igual que en Abanilla y Jumilla. Al gazpacho hay que añadir el tradicional arroz con conejo, extendido por toda la Región de Murcia, (con la opción de añadirle caracoles),el trigoentero, o el empedrao, donde las alubias se acompañan de un sofrito de cebolla, tomate, pimiento y algunos condimentos en un guiso sencillo.
Los vecinos de Las Casicas tienen siempre la opción de acercarse a la población vecina de La Garapacha para disfrutar de sus fiestas patronales.
Aunque las celebraciones corresponden a la festividad de la Virgen del Carmen, 16 de julio, La Garapacha suelen tener sus fiestas patronales durante el mes de septiembre. Este cambio de fechas responde a la historia reciente del lugar y pedanías vecinas como Las Casicas; el hecho de que la práctica totalidad de los vecinos se trasladara a Albacete y lugares limítrofes para la siega del cereal, dejaba a las aldeas sin público para las fiestas, por eso quedó la costumbre de celebrarlas más tarde.
Durante los días de fiesta se realizan en el pueblo campeonatos deportivos, de fútbol, de juegos de mesa como el dominó, o el popular caliche, un juego similar al herrón de otras comarcas y que es muy practicado por los vecinos a lo largo del año.
Las comidas de hermandad entre vecinos abundan durante estos días, con gastronomía típica de la comarca, con abundancia de gazpachos manchegos y gachas tortilleras. Todas las noches de fiesta, en la explanada del mirador que hay frente a la iglesia, se celebra una verbena con baile, amenizada con alguna orquesta.