La cultura de El Argar se desarrolló a lo largo del II milenio a.C. en el sureste peninsular. Es considerado el primer pueblo europeo portador de toda una revolución política, urbana y económica, en la que se implanta la especialización en el trabajo y se rompe con los ritos sepulcrales anteriores, iniciando el tipo de enterramiento individual. La cultura argárica se desarrolló en el municipio, extendiéndose desde Coy hasta el actual enclave de la ciudad de Lorca. Los restos argáricos hallados en el municipio lorquino son muy abundantes y nos desvelan el modus vivendi de estos antepasados, para los que el trabajo de alfarería era uno de los más comunes.

   El poblado de Los Cipreses de Lorca es considerado uno de los yacimientos argáricos más importantes de la Región de Murcia, ya que ha permitido conocer mejor las creencias de ultratumba de esta cultura, a través de los objetos personales, vasijas, cerámicas y comida hallados dentro de las tumbas. Algunos de los objetos descubiertos en Los Cipreses, como las empuñaduras de marfil de dos puñales, apuntan a la llegada a estos poblados de objetos procedentes del comercio a larga distancia. Las urnas empleadas como ataúd son tinajas de cerámica de diferentes tamaños en relación a la edad y el tamaño del difunto. La continuidad del poblamiento en Lorca en los períodos del Bronce Tardío, Bronce Final y del Hierro Antiguo está constatada en las laderas del Cerro del Castillo de Lorca. Al igual que los pueblos anteriores, los íberos también buscaron la estratégica situación que les ofrecía el Cerro del Castillo y la ladera sureste de la sierra del Caño, lugar donde establecieron su poblado, quedando delimitado por el río Guadalentín.

   El emplazamiento del Cerro del Castillo de Lorca permitió a los íberos controlar las vías de comunicación entre Levante y Andalucía y entre la costa y el interior. Además les llevaba a gozar de un inexpugnable recinto defensivo, con la acrópolis que coronaba la población distribuida por la ladera sureste de la sierra. Las montañas costeras de la Región de Murcia atrajeron pronto a los pueblos del Mediterráneo Oriental, debido a la existencia de metales, especialmente de plata. Las relaciones comerciales con estos pueblos colonizadores parecen sentar las bases de que actuaron como embrión de la cultura íbera.

   La manifestación artística más representativa de los íberos hay que buscarla en la escultura. El mejor ejemplo hallado en Lorca procede de la necrópolis de la Fuentecica del Tío Garrulo en Coy, donde se encontró la escultura de un león labrada en una piedra blanca (caliza), que estaría colocada sobre un capitel de un pilar-estela funerario. El león aparece sentado con la cabeza al frente y las patas delanteras extendidas hacia delante. El cuerpo voluminoso está animado mediante grandes incisiones que marcan las costillas y la caja torácica.