Doble Fiesta

El culto a San Roque en al localidad murciana de Blanca presenta una doble celebración. Por un lado se encuentran las fiestas de carácter votivo del mes de abril y, por otro, las de conmemoración de la onomástica del patrón en el mes de agosto.

El culto al Patrón

Según parece, el culto a San Roque en Blanca comenzó en el siglo XIX, concretamente en el año 1828. En esas fechas una terrible epidemia de peste que azotaba al Reino de Murcia, obligó a Obispo y Cabildo Catedralicios a refugiarse en Blanca del ambiente de la capital, por considerar a este pueblo más al abrigo de la enfermedad.

La situación pareció ser tan dramática que los vecinos se encomendaron a San Roque para que intercediera y la epidemia no llegara a Blanca, como así ocurrió. Según la tradición, el patrón había aparecido en el campo. En ese lugar, los habitantes de Blanca levantarían su ermita.

En agradecimiento a San Roque lo nombraron Patrón de Blanca y le prometieron acudir en romería a su ermita el viernes siguiente al Viernes Santo, celebrar una misa en su honor y después, al regreso, conducirlo en procesión por el pueblo.

Este es el motivo de las fiestas del mes de abril.

En el caso de las fiestas del mes de agosto, éstas tienen la intención de conmemorar el santoral y felicitar al Patrón por su onomástica.

Desgracia y Recuperación

Así se ha venido haciendo desde entonces practicamente sin interrupciones, si excluimos los años de la Guerra Civil.

Tras la contienda bélica, en 1941 el Ayuntamiento de Blanca encargó una nueva imagen de San Roque al escultor Federico Coullaut-Valera Mendigutia, quien por medio de fotografías de la anterior realizó la actual.

Desde entonces, el pueblo blanqueño ha felicitado y honrado a su patrón con la misma o mayor intensidad, en una tradición que cada año está más viva y arraigada en los habitantes de esta localidad de la ribera del río Segura.