En 1850 el diccionario Geográfico de España de Pascual Madoz describía así La Garapacha: "Caserío en la provincia de Murcia, partido judicial de Cieza, término jurisdiccional de Fortuna. Tiene una huerta con bastante arbolado, especialmente de almendros. Una ermita asistida por un capellán con la advocación de la Virgen del Carmen, y muchos manantiales de excelente agua. El sitio es sumamente pintoresco y recreativo, y concurren a él infinitas personas por gozar de una naturaleza tan risueña y aspirar el ambiente puro que exhalan tantas plantas y árboles como en contorno se ven". La pedanía siempre gozó de un especial reconocimiento por sus parajes, aunque como población a mediados del siglo XIX se considerara un caserío, en el que los cultivos de almendro eran los más destacados, como todavía hoy día ocurre.
Durante el siglo XX la industria del esparto alcanzó un gran desarrollo, al igual que pasó en la vecina Abanilla. Resultaba un elemento imprescindible para la manufactura de infinidad de productos, hecho que favoreció el desarrollo económico de villas como La Garapacha.
Las épocas de siega del cereal en La Mancha requerían de gran cantidad de mano de obra, que solía partir de Fortuna, Abanilla o el Altiplano de Murcia. De La Garapacha salían gran cantidad de vecinos, que se ausentaban de la villa en julio y agosto para trabajar en Castilla o Madrid. Los cultivos de almendros de La Garapacha y las vecinas canteras de mármol y extracción de áridos han constituido un eje económico de la localidad, a los que se ha añadido desde los años 90' el turismo rural, que se ha visto desarrollado en la zona, convirtiéndola en un lugar de residencia y descanso apreciado.