Dentro del término municipal de Bullas, a unos tres kilómetros, se sitúa la pedanía de La Copa.

En el centro de la localidad, en su parte más antigua, está emplazada la hoy Parroquia de Nuestra Señora de la Consolación, antigua ermita cuyo origen puede remontarse al primer tercio del siglo XVII; tenemos noticia de la existencia de una ermita dedicada a la Consolación ya en 1739, gracias a un manuscrito anónimo fechado en 1920, que narra aspectos históricos y religiosos del municipio de Bullas, dedicando un capítulo a La Copa.

Ha sido, desde sus orígenes, un edificio de planta rectangular, nave única, techado a dos aguas y construido con sencillos materiales: piedra, yeso, tierra y madera.

En su fachada principal, de una gran sencillez,  podemos contemplar el zócalo compuesto de piedra, el portón de acceso de madera sobre el que se ubica un pequeño balcón y una ventana en forma circular en lo alto.

En el extremo derecho, aparece adosado el campanario, en cuyo cuerpo inferior tiene incrustada una gran cruz, de la misma piedra que se compone el zócalo, una estrecha y larga abertura rematada en arco de medio punto para iluminar las escaleras interiores que suben al campanario; todo ello rematado por un pequeño cuerpo, más estrecho y abierto, en el que se sitúa la campana.

Historia

La historia de esta Iglesia parroquial, y sus remodelaciones, han caminado paralelas a lo largo de estos tres siglos.

Ya en 1899 se produce la primera remodelación, la que proporcionó la techumbre que actualmente podemos contemplar, tras un incendio; obra en la que colaboraron los marqueses de Pidal.

Pero hay que recordar, sobre todo, la remodelación llevada a cabo en 1926, en la que se levanta la vistosa torre que hace visible la iglesia desde la distancia.

El estallido de la Guerra Civil supuso no solo la paralización de la vida parroquial sino también la destrucción de elementos del edificio y objetos de culto, será la intervención de algunas personas lo que consigue salvar las imágenes de la antigua patrona, la Virgen la Socorrida y San Antón.

Según la tradición, el origen de la devoción  a la Consolación en la Copa, se debe a la donación de la imagen de la Virgen por parte de dos ancianos, en agradecimiento por la hospitalidad de los habitantes de la pedanía durante su visita.