Escudo en la Calle Mayor Rodrigo de Puxmarina [La Raya]
Escudo en la Calle Mayor Rodrigo de Puxmarina
Río Segura, Vista general [La Raya]
Río Segura, Vista general

El devenir histórico de La Raya está claramente documentado en el siglo XVI, cuando en torno a 1545 el señorío de Puebla de Soto, pedanía vecina a esta, quedó inundado por una riada y los hermanos que la habían heredado, Rodrigo y Catalina de Puxmarín, decidieron partir la heredad y denominar al pedazo de tierra que quedó entre La Ñora y Nonduermas como La Raya.

Etimología

Pero antes de esta especie de fundación oficial de la población el terreno podría haber tenido un topónimo de origen árabe, deformado hasta la nueva castellanización del mismo. Historiadores y filólogos como Pocklington defienden la teoría de que durante la etapa medieval árabe debió existir un lugar llamado a-Raçiyya, transformado más tarde en Arraia y en el XIV en Raya, nombre de la acequia que más tarde recibiría el título de Puxmarina.

Edad Moderna

En 1587 el lugar tenía 103 vecinos, en 1610 llegaría a los 147 y en 1675 era considerada como una de las poblaciones más destacadas del Reino de Murcia, sin duda por la feracidad de sus huertas.

Siguió siendo Mayorazgo en 1713, propiedad todavía de la familia Puxmarín, ya que en 1713 consta como lugar de realengo con alcalde pedáneo con 200 vecinos. Sería propiedad en el primer tercio del XVIII, heredados títulos y propiedades de José Puxmarín Fajardo, de Josefa de Puxmarín Fajardo, III condesa de Montealegre y III marquesa de Albudeite.

Edad Contemporánea

La Constitución de 1812 y las nuevas corrientes políticas liberales cambiaron los panoramas administrativos del lugar y durante el Trienio Liberal, entre 1820 y 1823, se constituiría el municipio de La Raya-Puebla de Soto. Pero este municipio sería tan efímero en el tiempo como el propio Trienio.

La descripción que Pascual de Madoz hace de La Raya en su Diccionario Geográfico nos acerca a una localidad de 80 casas diseminadas por su geografía, 163 vecinos, una iglesia parroquial dedicada a Ntra. Sra. de la Asunción, cuyas inscripciones nos recuerdan su fundación: 1545, y una superficie de 817 tahullas dedicadas al cultivo del maíz, el trigo, las hortalizas, las legumbres, la seda y la singular manufactura de escobas de palma que eran exportadas a Madrid.

Durante el siglo XX la población fluctuará, especialmente durante el último tercio de siglo, pero siempre manteniéndose cerca de los dos millares de habitantes repartidos entre los barrios de La Generala, Secanos, Caseros y Pujantes. Un desarrollo demográfico que, de alguna manera, nos recuerda la importancia que el lugar tuvo ya desde el siglo XVI.