El funcionamiento de los pozos de la nieve y toda la estructura que ello significaba requería una organización muy minuciosa, laboriosa y disciplinada.

Había un escalafón laboral y social muy minucioso, donde se recogían las labores de cada grupo, los propios, los fieles, los peones, los arrieros, factores, sobrestantes....

La recogida de la nieve se denominaba encierro y en ella participaban los peones, trabajadores del campo que en los meses de invierno podían sacarse un sobresueldo con estos trabajos. Eran los encargados de recogerla y almacenarla en los pozos.

La existencia de los pozos está íntimamente ligada a la existencia de los fieles, que eran los encargados de cuidar los pozos y las casas donde se alojaban los peones en la época de la recogida durante el resto del año, teniéndolos siempre a punto para las fechas en las que la nieve solía hacer aparición.

Los que se encargaban de organizar la recogida de la nieve, la gente, los alimentos, los animales, el material…., eran los propios y los fieles. Hay actas de la época donde estaban detalladas la cantidad de animales de carga que se utilizaban, la cantidad de alimentos que se daban de comer a cada persona. Un bien escaso y que se consideraba casi de lujo cuando se le daba a los trabajadores era bacalao, ya que básicamente su alimentación solía ser a base de pan y vino o agua.

Posteriormente, tras almacenarla, se solía proceder a su transporte, que normalmente se solía realizar a últimas horas de la tarde y hasta de noche para intentar disminuir de forma ostensible las pérdidas del preciado material.

Se llevaban a las ciudades, siendo Murcia y Cartagena los centros aglutinadores de su demanda. Era un producto muy cotizado por todas las capas sociales, aunque claro está, las capas superiores tenían prioridad en la adquisición del producto.