Inicios de una fortaleza estratégica

Alonso Navarro remonta los orígenes del castillo a una construcción realizada en torno al siglo XI, mientras que la citada Carta arqueológica de Bullas data el edificio en una fecha más tardía, que podría situarse hacia finales del siglo XII y comienzos del XIII, por lo que coincidiría con el proceso de fortificación generalizada que se daría en todo el reino de Murcia en aquellas fechas, cuyas tierras se estaban viendo amenazadas por diferentes invasores provenientes tanto del norte como del sur, tanto cristianos como musulmanes.

Así se levantaría una fortificación que se sitúa en un estratégico promontorio que controla el cauce del río Mula y está enclavada frente al desaparecido castillo de Bullas, del cual, al parecer, había de depender. Igualmente ejerce una clara dominación sobre el camino que enlazaba Vélez Blanco y Lorca, y está enlazada visualmente con la mencionada fortificación de Bullas y las de Cehegín y Caravaca.

Tras la ocupación castellana

Con el fin de la rebelión mudéjar de 1264-1266, estas tres últimas fortificaciones (y es de suponer que también la del Castellar) y sus territorios circundantes fueron donados por la corona de Castilla a la Orden del Temple, y pasaron a convertirse en una bailía. Sin embargo, en 1285, el alcaide de la fortaleza de Bullas rendía al alcaide granadino de Huéscar fortificación y población, por lo que fue acusado por el rey de Castilla Sancho IV de traición. No obstante, caballeros templarios y el adelantado mayor del reino, emprendieron un asedio que acabó con la toma del castillo. Y frente a la imposibilidad de su defensa y el mal estado de sus estructuras, se tomó la decisión de destruirlo. Poco más tarde, con la extinción de la Orden del Temple, todas sus posesiones pasaron en 1310 a la de Santiago, aunque ya por entonces todo el territorio de Bullas se había convertido en un espacio despoblado. Sin embargo, según Alonso Navarro, es posible que la pequeña fortificación existente en el Castellar continuase desempeñando su función de control del territorio, atalaya y vigía, hasta la progresiva desaparición del peligro fronterizo a lo largo del siglo XVI.