Busto de Escipión
Busto de Escipión "El Africano"
Coraza de pecho cartaginesa
Coraza de pecho cartaginesa

La colonización del Mediterráneo

     Uno de los fenómenos más importantes del primer milenio antes de nuestra era fue el proceso colonizador de los pueblos del oriente Mediterráneo: fenicios y griegos. Se trató de un movimiento de expansión demográfica y comercial, vinculado a la búsqueda de metales y materias primas, que originó la fundación de distintas colonias a lo largo de la costa del Mediterráneo central y occidental, llevando consigo todo el rico bagaje tecnológico, artístico y cultural atesorado por las culturas orientales.

     Ante esta situación, el enfrentamiento con Roma, la otra gran potencia emergente del Mediterráneo, parecía inevitable a pesar de los intentos iniciales de compartir esa hegemonía y limitar sus respectivas zonas de influencia. Las consecuencias de la primera guerra romano-cartaginesa resultaron especialmente onerosas para el bando perdedor. Cartago quedaba obligada, entre otros, al pago de 3.200 taleros en plata y a la cesión de territorios como Sicilia y Cerdeña, que pasan a constituirse en provincias romanas.

La expansión cartaginesa

     Tras la derrota de la I Guerra Púnica, los cartagineses idearon un ambicioso plan para contrarrestar las pérdidas territoriales y las cargas impuestas por los vencedores. Surge así la intención de conquistar buena parte de la Península Ibérica apoyándose en la larga tradición de relaciones comerciales fenicias con el Sur costero (colonias como Gades o Malaca) y el reclamo que suponía la existencia de zonas ricas en metales preciosos (plata, fundamentalmente) y otras materias primas (plomo, esparto, salazones, etc.)

     La política expansiva iniciada por la familia dominante (Los Barca) se basaba tanto en el establecimiento de alianzas con las antiguas colonias fenicias y las tribus indígenas, como en el sometimiento por la fuerza de los poblados y territorios ibéricos más reacios, con instalación de guarniciones púnicas estables en las mismas, y la fundación de nuevas ciudades que aseguraron puntos estratégicos en su avance.

     Podemos diferenciar dos fases o estrategias en la conquista. La primera, dirigida por Amílcar Barca, de rápida expansión por el valle del Guadalquivir (Turdetania), concluye en el 229 a.C. con la derrota en una batalla cerca de la actual Elche, frente una coalición de pueblos indígenas a los que intentaba someter.

     La segunda fase, comandada por Asdrúbal, viene señalada por las alianzas diplomáticas como mecanismo de afianzamiento del dominio púnico y el establecimiento de la capital en Mastia ' Qart Hadast. Fue así como logró el control de un territorio rico en sal y esparto, y epicentro de importantes explotaciones mineras de plata, de vital importancia para el mantenimiento de ese ejército de mercenarios. Todo ello supuso, no obstante, un nuevo elemento de tensión frente a Roma y sus aliados griegos (Massalia), resuelto momentáneamente mediante la firma de un tratado que delimitaba el área de influencia en la línea del río Ebro. En ese proceso, la refundada 'ciudad nueva' Qart-Hadast, nombre simbólico en relación con la Cartago africana, se convertirá inmediatamente en la principal metrópolis púnica de la Península Ibérica y se urbaniza a imagen de la capital africana.

     La consideración de capital púnica del territorio ibérico queda clara cuando la embajada de protesta romana ante Anibal se manda a Qart-Hadast. Una capital estrechamente vinculada al proyecto político de la familia Barca, a la que muchos autores atribuyen la intención de crear un auténtico reino helenístico fuera del control de la vieja oligarquía africana. Los textos mencionan por ejemplo el hecho de que Asdrúbal ya habría edificado aquí su palacio 'con la fastuosidad de un rey'. Qart-Hadast también se emplea como 'prisión' para los rehenes hispanos y 'seguro de garantía de fidelidad' ante los pueblos indígenas aliados y tributarios de los púnicos.

El papel de Qart-Hadast en la II Guerra Púnica

     En el año 218 a.C., Aníbal, cumpliendo al parecer la promesa hecha a su padre Amílcar y el marco de esa pugna por la hegemonía comercial y territorial de esta zona del Mediterráneo, decide enfrentarse a Roma y sus aliados. Después de atacar Sagunto y no escuchar a la embajada romana que había acudido a Qart-Hadast, parte atravesando los Alpes con un importante ejército. Teniendo en cuenta la importancia del poderío cartaginés en suelo ibérico, Roma enviará varios ejércitos bajo el mando de los hermanos Eneo y Publio Cornelio Escipión con el objetivo de cortar los refuerzos y aprovisionamientos que desde la península se pudieran mandar a Aníbal. El plan incluía un primer ataque, fracasado, a la propia Qart- Hadast. Poco después, los generales romanos eran derrotados y morían a manos de las tropas cartagineses.

     Pese a ello, Roma no cejó en su empeño de cercenar el dominio cartaginés de Iberia, destinando al joven general Publio Cornelio Escipión, hijo y sobrino del los anteriores, al frente de un nuevo ejército. Y otra vez el objetivo de la campaña se centró en el asalto a Qart-Hadast que ahora sí, tras un ataque sorpresa por mar y tierra, cayó en manos romanas (209 a.C.). Quedaba así desarticulada buena parte de la estrategia cartaginesa en Iberia al eliminar el principal puerto de abastecimiento y contacto con la metrópoli africana y fuente de ingentes reservas de plata. A partir de entonces, el escenario de la contienda se desplazó hacia los reductos cartagineses establecidos en el valle del Ebro y Andalucía. En el 205 a.C. cuatro años después de la toma de Qart-Hadast, Gades, la colonia fenicia más antigua del occidente mediterráneo, convertida en la última posesión cartaginesa de la Península Ibérica, se rendía sin lucha al joven Escipión. Terminaba así un largo episodio de enfrentamientos que marcó decisivamente el devenir histórico de lo que entonces pasará a ser la provincia romana de Hispania.