Primeras noticias de la fortaleza

La primera referencia al castillo de Archena aparece en 1243 cuando, con la capitulación de Alcaraz entre la corona de Castilla y el reino islámico de Murcia, el noble castellano don Rodrigo López de Mendoza tomaba posesión de la fortaleza como parte del tratado pactado y en nombre del monarca castellano. Es, al parecer, la primera vez que aparece el nombre de Archena en la documentación histórica.

Algún tiempo después de 1266, tras la finalización de la rebelión mudéjar, el lugar quedó integrado en la encomienda de Calasparra, que había sido concedida por el rey de Castilla a la Orden de San Juan de Jerusalén. Según Alonso Navarro, la fortaleza, que había sido levantada en el siglo XII, fue entonces objeto de diversos trabajos de reconstrucción y adecuación, para convertirse en el símbolo del poder de la Orden sobre el lugar, y para servir de refugio y cobijo a los colonos que trabajaban la huerta circundante en caso de peligro.

Últimos usos del castillo

En 1452, en plena guerra civil murciana entre las dos facciones y sus respectivas clientelas de la familia Fajardo, Archena fue conquistada por uno de los cabecillas contendientes, don Alonso Fajardo “El Bravo”. Sin embargo, con la progresiva pacificación interna del Reino, a lo largo del último tercio del siglo XV, las tierras circundantes al castillo comenzaron a ser intensamente explotadas hasta la expulsión de los moriscos a comienzos del siglo XVII. Fue principalmente este hecho el que marcó el hito que señala la pérdida de la razón de ser de la fortaleza, al desaparecer la comunidad de origen islámico susceptible de ser controlada desde la fortaleza. Y así fue, con los años, abandonada, aunque las tierras de Archena continuaron adscritas a la Orden de Malta hasta las desamortizaciones del siglo XIX.