Los restos arqueológicos encontrados en el Cabezo del Tio Pío han permitido a los investigadores deducir importantes aspectos en torno al modo de vida y subsistencia de los habitantes de este poblado.

Así el hallazgo de un tipo de cerámica de origen griego, un kylix (copia de pie alta con dos asas) de figuras negras, y de los cuales sólo se ha localizado dos fragmentos en el Cabezo, documenta la existencia de un comercio de productos de lujo al menos desde las últimas décadas del siglo VI a.C, periodo en el que se fechan estos fragmentos. 

Más numerosos son los fragmentos de cerámica griega de figuras rojas. Esta producción de cerámica llegó abundantemente a las costas de la península ibérica; era un producto muy demandando por las élites indígenas que intentaron imitar el modo de vida griego asimilando sus costumbres y sus tradiciones.

Son más de cien las piezas de las que se tiene constancia que proceden de este yacimiento y que certifican la amplitud cronológica durante la que se mantiene en uso la necrópolis del poblado (últimos  años del s.VI a.C hasta inicios del III a.C). Los tipos encontrados cuentan con un gran número de paralelos a lo largo de la península ibérica pero sobre todo en Ampurias.  Seguramente a través de este puerto la cerámica importada desde las ciudades griegas, llegaba a todos los poblados del litoral mediterráneo mediante navegaciones de cabotaje, es decir, sin perder nunca de vista la costa. En determinados punto de la costa, se harían cargo de ella indígenas que las redistribuían hacia el interior.

En el caso del Tío Pío , el centro redistribuidor estaría situado en la desembocadura del Rio Segura (Guardamar) y sería a través de las vías naturales de comunicación que discurrían junto al río, y que el poblado del Cabecico del Tesoro dominaba desde su estratégico poblado, como esas cerámicas llegaron a sus consumidores finales.

Junto a la cerámica griega, el Cabezo del Tío Pío, también aportó un amplio surtido  de vajilla fina ibérica, pesas de telar, fusayolas  y armas (falcatas, lanzas, soliferrea, regatones) y fragmentos de escultura, procedentes de la necrópolis y que documentan la existencia de monumentos funerarios.