Segundo cuerpo de La Catedral
Segundo cuerpo de La Catedral

Segundo Cuerpo (exterior e interior) y rampas de transición.

El segundo cuerpo de la torre de la Catedral de Murcia comenzó a erigirse en los años 40 del siglo XVI, recayendo la dirección de las obras en Jerónimo Quijano que respetó la ordenación de espacios que había sido planteada en el primer cuerpo por los Florentino pero abundó más que los trasalpinos en los resultados ornamentales.

Exterior
Quijano recurrió en la fachada exterior a un orden jónico en las pilastras demasiado esbelto, con hornacinas entre ellas, introduciendo además algunas heterodoxias. Entre ellas podemos señalar que dejó las volutas de los capiteles muy retraídas e introdujo un modelo no canónico para estos capiteles ya que disponían de collarino, posiblemente influenciado por las corrientes que provenían de Florencia. Otra de las libertades que tomó Quijano sería abstenerse de ubicar los capiteles de esquina de los cuatro cantos de la torre ya que el tipo que había planteado se lo impedía.

El friso que se observa hoy en día probablemente no es el original del maestro cántabro ya que es extraño que dada la afición al ornamento de Quijano dejara un ligar tan emblemático desprovisto de él.

Las ventanas que centran la estructura de cada fachada también beben de las ejecutadas en el primer cuerpo pero con detalles diferenciadores como por ejemplo los candelabros en las jambas que las relacionan con la tradición plateresca española y la presencia de frontón triangular.

Interior
Hasta el siglo XIX el interior de este segundo cuerpo estuvo ocupado por el guardarropa y joyero de la Virgen de la Fuensanta y allí se reunía el cabildo cuando las riadas impedían hacerlo en la Sala Capitular. En la actualidad se encuentra el Archivo del Cabildo Catedralicio de la Diócesis de Cartagena, donde constantemente se trabaja en el inventario y la catalogación de fondos. Entre otros se guardan los documentos más antiguos de la Región, del siglo XIII, como la petición de traslado de la ubicación del Obispado de Cartagena a Murcia, de tiempos de Alfonso X el Sabio, o una carta de su hijo Sancho IV.

Cubriendo este espacio destaca una bóveda renacentista con pechinas atribuida a Andrés de Vandelvira.