Edad Media
El símbolo de Caravaca es su singular cruz patriarcal de doble brazo, a la que la leyenda hace aparecer milagrosamente a un sacerdote llamado Ginés Pérez Chirinos en el año 1232, cuando éste oficiaba misa ante el Ceyt-Abuceyt o sayyid Abuzait, que le había hecho prisionero. El fragmento de lignum crucis sería transportado por manos angelicales desde el pectoral del patriarca de Jerusalén hasta el modesto altar en el que oficiaba misa Chirinos, al haber desaparecido la cruz que había sobre el altar. El fragmento de madera se conserva en un relicario en forma de cruz de doble brazo, oriental y patriarcal. El estuche es una copia de un modelo que data de 1777, que a su vez procede de otros estuches distintos y más antiguos. Las referencias históricas fechan en 1243 la conquista del reino de Murcia por el infante don Alfonso X el Sabio, quien hace donación en ese momento de los territorios de Caravaca a Berenguer de Entenza. Posteriormente, en 1266 se entrega la ciudad de Caravaca, formando bailía con Cehegín y Bullas, a la Orden del Temple; y es Alfonso XI, en 1344, quien otorga toda la comarca a la Orden de Santiago en la figura de su maestre D. Fadrique.
Es durante el reinado de los Reyes Católicos, cuando el comendador D. Juan Chacón lleva a cabo obras importantes de mejora en la fortaleza medieval levantada por los musulmanes. Entre éstas destaca la del levantamiento de la Torre del Homenaje, que posteriormente pasó a conocerse por torre 'Chacona' en recuerdo a su promotor, erigida con la base de tapial musulmán. Pero el torreón más grande y singular es uno de planta cuadrangular que flanquea la entrada al Castillo y que formó parte de la iglesia gótica de Santa María la Real o Nuestra Señora de los Ángeles (hoy tienda de recuerdos). La torre tiene bóveda apuntada con un arco fajón central y una ventana geminada al exterior de primitivos arcos ojivales.
Edad Moderna
Para la primitiva iglesia de la Vera Cruz don Pedro Fajardo, marqués de los Vélez, encargó en 1521 a Hernando de Llanos, discípulo de Leonardo Da Vinci, un retablo que se conserva en la actualidad en el Museo del Santuario. La actual iglesia del Santuario de la Vera Cruz de Caravaca se inició en tiempos de Felipe III tras una donación real de 7000 escudos, recaudados de los bienes de los moriscos expulsados. La traza es de fray Alberto de la Madre de Dios, discípulo del arquitecto real. La construcción de la nueva iglesia supuso la destrucción de la anterior sobre la que se levantaría. Se conoce la iglesia que se levantaba sobre parte de la torre de la Vera Cruz y son continuas las alusiones al mal estado de conservación.
En 1617 la iglesia debía estar adelantada en su construcción, ya que en ese año la Santa Cruz fue repuesta en el templo. Sin embargo, la edificación no se terminó hasta 1703. La reliquia comenzó a recibir culto en Santa María la Real, diminuta iglesia gótica que existía en el alcázar-santuario hasta 1677, fecha en que se trasladó a la capilla del Conjuratorio (en la parte alta del Santuario), mientras se concluía la iglesia actual a donde se condujo el 3 de mayo de 1703. La portada no estuvo totalmente finalizada hasta 1750.
Personajes
Entre los personajes más destacados en la construcción del edificio o en el encargo de obras artísticas para la decoración del interior del templo, destacan los siguientes. En primer lugar sobresale el arquitecto de la Orden Carmelitana Alberto de la Madre de Dios, fraile carmelita tracista y ejecutor de la iglesia del Santuario de la Vera Cruz, iniciándose la gran obra en 1617. Este arquitecto, carmelita que estuvo al servicio del Duque de Lerma, también dio las trazas del convento de 'Nuestra Señora del Carmen' de Caravaca. Durante el reinado de los Reyes Católicos es cuando el Comendador D. Juan Chacón lleva a cabo obras importantes de mejora en la fortaleza medieval levantada por los musulmanes. Entre éstas la del levantamiento de la Torre del Homenaje, que posteriormente pasó a conocerse por torre 'Chacona' en recuerdo a su promotor.
Para la primitiva iglesia de la Vera Cruz don Pedro Fajardo, marqués de los Vélez, encargó en 1521 a Hernando de Llanos (1465-1525), discípulo de Leonardo Da Vinci, un retablo al que pertenecían las seis pinturas conservadas en la actualidad en el museo del Santuario. En una primera etapa, Llanos realizó su labor junto con Fernando Yáñez de la Almedina, formándose ambos en Italia. Los dos realizan el tríptico del retablo de la Catedral de Valencia, después se separan y Hernando viene a Murcia encargado por el Cabildo, dejando su obra en el Museo de la Catedral. Parece ser que fue entonces cuando es contratado para realizar el retablo que formaron las cuatro tablas con la iconografía de la tradición de la Cruz y los cuadros restantes del incendio del altar y San Juan en Patmos.