Según la leyenda, los Hermanos de la Luz nacen de la unión de un grupo de anacoretas que se refugiaban en los abrigos rocosos del entorno de su actual ubicación, pudiéndose observar aún hoy en día la Cueva de la Hiedra, donde al parecer habitaba el Hermano Miguel de la Soledad, primer Hermano Mayor de la congregación, que junto con la cueva de Santa Bárbara, hoy día desaparecida, y la ermita del Santo Espíritu, formaban las moradas originarias de éstos, donde permanecieron hasta la construcción del convento hacia finales del siglo XVII.
La cueva de la Hiedra está situada a unos doscientos metros del convento, a media altura de la sierra, mirando hacia el Sur. Tiene seis metros de profundidad por cuatro de anchura y cuenta con un pequeño habitáculo adjunto. En el interior de la cueva hay varios bancos tallados en la roca a modo de grada, mientras que uno sólo recorre los laterales.
El Hermano Pedro de la Santísima Trinidad decide fundar el monasterio e iglesia, llevando a cabo la plantación del olivar y la pinada frente al mismo, para lo cual solicitó del Ayuntamiento de Murcia los terrenos y de esta manera pasó a ser el patrono de esta fundación.
En 1696, el Obispo Fernández de Ángulo, concedió a los ermitaños levantasen un oratorio que es la actual iglesia del monasterio que se abrió al culto público el 20 de noviembre de 1701. La iglesia hecha de nueva planta en el tiempo que indicamos fue reformada posteriormente, como afirma Fuentes y Ponte en su obra 'Murcia mariana', señalando lo siguiente: 'Las últimas obras con que se han terminado completamente la iglesia y el monasterio, las comenzó en 1858 el hermano mayor Andrés de la Cruz¿En 1865 fue el hermano mayor Beltrán de Ntra. Sra. de la Luz, quien continuó las obras de ensanche del monasterio e iglesia, terminándolas en 1867 el hermano mayor Juan de San Joaquín, las cuales consistieron en la prolongación de la antigua iglesia edificando presbiterio, altar mayor y camarín para la titular, crucero espacioso con altares y camarines a cada lado, coro bajo en el plano del presbiterio para rezar horas y preces del instituto de la comunidad'.
Fuentes y Ponte señala que sobre el dintel de la puerta de entrada 'están tallados en un sillar los blasones del Exmo. Ayuntamiento de Murcia, indicando que él es el Patrono del edificio y las fincas accesorias'. Hoy en día en su lugar están colocados los corazones de Jesús y María. Respecto al hecho de que el Ayuntamiento de Murcia sea propietario de los terrenos en que se asienta el convento, decir que es así desde la época de la exclaustración. Por efectos de sucesos políticos, los hermanos fueron obligados a dejar el hábito talar blanco y el escapulario pardo y a vestir de paisanos, siendo luego arrendatarios del Ayuntamiento, pagando al erario público una pequeña renta.
En cuanto a la zona de Clausura podemos remitirnos al libro de Juan Torres Fontes titulado Batiburrillo Murciano, donde realiza una labor de recopilación de carácter histórico-costumbrista, recogiendo, entre otros, un texto de Andrés Sobejano escrito en 1918 sobre La Luz, en el que el autor hace alusión al convento escribiendo lo siguiente: 'El convento es pobre y aseado, de irregular distribución, y ha sido edificado y ensanchado dentro de sus reducidas dimensiones, en épocas distintas. Desde el tiempo de Belluga en que se hicieron cuatro cuerpos de fábrica con algunas galerías, se fue agrandando considerablemente, hasta el 1858 bajo el H. Andrés de la Cruz que levantó con el importe de limosnas el cuerpo de obra que se ve a Levante; pasando por el mando de los H. H. Tomás de la Trinidad y Diego de la Purísima Concepción que unieron la casa con la Iglesia, obraron los aposentos y cuadras del parador y rodearon de tapias el huerto Este, con amplia balsa y lleno siempre de flores y frutas, complementa el convento cuyos largos corredores adornados de algunos lienzos (más interesantes por sus asuntos devotos que por sus méritos) sus encaladas celdas, austeros patinillos y demás dependencias'
Los Hermanos de la Luz, han constituido siempre una congregación modesta. Se mantenían de los productos de sus tierras, de la limosna y de las escasas ganancias de sus industrias y servicios. En la actualidad la congregación se encuentra al borde de la desaparición por falta de vocaciones, quedando como único habitante de este convento el hermano Manuel del Santísimo Sacramento.