El 17 de noviembre y el 1 de diciembre de 2002 La Opinión de Murcia publicó dos artículos de D. Antonio Pérez Crespo, sobre las figuras intelectuales más destacadas de la Murcia islámica, en los que glosaba trabajos anteriores de D. Ángel González Palencia. Decía en el primero de ellos D. Antonio:

“La historia cultural de la Murcia musulmana fue muy extensa, pues varios centenares de autores murcianos pueden citarse entre los más importantes. El carácter enciclopédico de la enseñanza murciana dificulta la catalogación de sus autores durante este periodo; su adscripción a tres grupos claramente diferenciados permite un análisis homogéneo”.

Los tres grupos que señalaba Don Antonio eran:

- Ciencias religiosas, tradicionalistas. Lectores y exégetas alcoránicos.

- Juristas, teólogos y ascetas.

- Filósofos y místicos.

En el segundo artículo, Don Antonio Pérez Crespo abundaba en las figuras de la música, la medicina, la gramática y la lexicografía, la historia y, por último, las matemáticas. En general, vemos que las figuras de las que trata Don Antonio son musulmanes hispanos, o que desarrollaron su labor en Al Ándalus, aunque fueran oriundos de otras regiones del Islam. Cuando se menciona la relación con el Reino de Murcia (o de Tudmir), encontramos que la mayoría pertenecen a Murcia, Lorca y Orihuela. Pero si nos preguntamos por pensadores relacionados directamente con el Valle de Ricote solo se encuentra la mención a Al Ricotí:

“El Ricotí, de Ricote, doctísimo entre los sabios musulmanes, judíos y cristianos, al que se le propuso su conversión al catolicismo ofreciéndole la dirección del movimiento científico de cristianos, propuesta que rechazó”.

Dos rasgos principales podemos rescatar del mundo intelectual islámico en la región de Murcia: la fortaleza de la corriente espiritual sufí, con el imperio de la gran personalidad de Ibn Arabí; y la tradición jurídica malikí, algo que comparte con el resto del mundo islámico de la península. Y en ese contexto, dos nombres sobresales entre los nacidos en el Valle de Ricote: Al Ricotí (Muhammed ibn Ahmed ibn Abubéquer) e Ibn Sabín (Abensabín).

Ibn Sabín al Mursí al Ricotí (Ricote, 1217 – La Meca, 1270) desarrolló su labor filosófica en el periodo almohade, y ha pasado a la historia especialmente por sus Cuestiones Sicilianas, obra en la que contesta por escrito a una serie de cuestiones filosóficas que el emperador Federico II Hohenstauffen había planteado al sultán almohade. Esta obra fue redactada durante su estancia en Ceuta. Posteriormente, se vio forzado a emprender el camino del exilio, pasando por Bugía, Túnez, El Cairo, y La Meca, en donde muere.

De J.A. Ramírez y J.M. Molina.

“Ibn al Jatib se refiere al wadi Riqut como un foco intelectual en la búsqueda de Dios, ya que de aquí procedían algunos de los más grandes maestros sufíes, así como el fundador del movimiento sabini, Ibn Sabin. A esta cuestión ha dedicado recientemente Pierre Guichard unas breves pero sugerentes líneas en las que esboza el ambiente cultural en el que se desarrolló el movimiento hudí, donde destaca de forma extraordinaria el wadi Riqut como foco de irradiación cultural. Como señala Guichard, Ibn al Jatib dice que los habitantes del Valle de Ricote se adhirieron a una doctrina mística extremista, sin precisar cuál; por otro lado, no parece casual que el místico Ibn Sabin hubiese nacido en el wadi Riqut en el 1216/1217, ni que el emir Hassan ibn Hud, descendiente de Ibn hud al Mutawakkil, fuese el jefe de la secta sufí de los Sabiyya de Damasco durante la segunda mitad del siglo XIII. Tampoco que en la lista de los nueve grandes impíos de los siglos XIII y XIV condenados por los doctores malikis, según Ibn Katir, cuatro sean originarios de la Región de Murcia, como Ibn Arabí, Ibn Sabin, Ibn Hud e Ibn Ahli. Todo ello sin olvidar al sabio Muhammad ibn Ahmad, llamado al Riquti por ser originario del propio Ricote, al que Alfonso X el Sabio habría encargado la creación de una escuela de traductores en Murcia”:

“La alquería medieval de Blanca (Negra): una propuesta interpretativa a través de la arqueología del paisaje” Tercer Congreso Cultural Valle de Ricote, Blanca, 2005.

En el pregón de las fiestas de Ricote del año 2010 D. José Antonio Cobacho mencionó a propósito de Muhammed al Ricotí que

“el místico pensador árabe Al Ricotí está considerado como el primer rector de la Universidad de Murcia, ya que se encargó de la Madriza durante el reinado de Alfonso X El Sabio. A este centro de estudios superiores acudieron gran número de cristianos, musulmanes y judíos, posibilitando algo en nuestra Región que se ha convertido en tradicional: la convivencia entre las tres culturas”.

De este espíritu de colaboración y diálogo habló hace ya años Ángel Luis Molina, en una conferencia dada en 1983, afirmando que:

“En los momentos del protectorado castellano, cuando ya se hallaban lejos al-Qartayanni o Ibn Sabin, sólo hay que destacar la personalidad de al-Ricotí para apreciar cómo durante algún tiempo tuvo lugar en Murcia un encuentro amistoso, de recepción cultural, entre Occidente y Oriente.

Sabemos que muchos sabios musulmanes aprovechando las facilidades que proporcionaba el protectorado castellano sobre el reino musulmán de Murcia marcharon al vecino reino granadino, a Túnez, al Cairo o a Damasco, quizá marcharan los mejores, pero el esplendor cultural musulmán había sido tan grande en el reino murciano, que aún quedaron muchos que pudieron mantener con alta calidad científica, un abierto diálogo con los castellanos o catalanes que acudían al sureste a satisfacer su ansia da saber, y que durante dos décadas pudieron intercambiar ideas y conocer obras nuevas.

Fueron muchos los que acudieron a Murcia respondiendo al proyecto cultural alfonsí, y en ella buscaron las obras que anhelaban y que pudieron traducir y conocer y que hasta entonces no habían estado a su alcance.

El generoso mecenazgo de Alfonso el Sabio hizo resurgir en Murcia un brillante período cultural en el que se produjo una beneficiosa fusión del saber antiguo, atesorado por musulmanes y judíos, con los conocimientos nuevos de los castellanos.

Las diferencias culturales entre unos y otros no eran muy profundas, ya que fueron muchos los descendientes de mozárabes que ocuparon puestos destacados en los reinos de taifas y en la escala cultural islámica, y por otra parte, debemos de tener en cuenta que la cultura cristiana era bien conocida entre los musulmanes españoles. Conforme manifiesta Ribera, en Murcia se hablaba romance en el siglo XI, lo cual explica el que las enseñanzas dadas por el Ricotí a musulmanes, judíos y cristianos se verificaran normalmente en romance.

Esta colaboración no era algo nuevo, tenía ya una tradición y ya había obtenido brillantes resultados en la Escuela de Traductores de Toledo. Alfonso el Sabio, consciente de la alta categoría científica de al-Ricotí, no sólo le conservó en sus derechos y condición social, creando para él una madrassa o estudio en la que enseñaba árabe, hebreo, latín y romance, sino que le hizo valiosos ofrecimientos si se convertía al cristianismo, cosa que no pudo conseguir. Antes de 1272 —posiblemente h. 1266— pasó a vivir en Granada llamado por el rey nazarí, que le otorgó una alta dignidad palaciega. Allí permaneció el resto de su vida gozando de gran estimación y multiplicando sus enseñanzas.

La protección dedicada por Alfonso X a Muhammad al-Ricotí tendía a mantener el alto grado cultural que se había alcanzado en Murcia, y dar a conocer a Castilla y a la cristiandad europea las obras científicas de los sabios musulmanes, especialmente lo que estos conocían o conservaban de la antigüedad clásica, llevando a efecto selectas traducciones. En esta labor intervinieron diversos científicos cristianos, entre los que hay que destacar al primer obispo de la restaurada sede cartaginense, fray Pedro Gallego y junto a él a los franciscanos —sus hermanos de orden— y los dominicos”.