A principios de la década de 1910 la ciudad de Murcia contaba con un club de fútbol que había creado una estructura sólida. Se trataba del Murcia Foot Ball Club, que tras haber sido refundado en enero de 1910 estaba presidido por Enrique de la Plaza, quien había sustituido en el cargo a Magín Peña. De la Plaza era, además de presidente, jugador del equipo.

Durante el verano de 1911 la Junta Directiva maduró la idea de organizar un campeonato en el que se dilucidara cual era el mejor equipo de fútbol del sureste español. Después de varias reuniones en las que se trazaron las bases de la competición, los organizadores acordaron que el torneo se disputara durante el mes de noviembre.

Enrique de la Plaza se dirigió a diversas personalidades, entre ellas la Infanta Isabel y los políticos murcianos Isidoro y Juan de la Cierva y Ángel Guirao, para que donaran los premios que los organizadores habrían de entregar a los participantes. Estas gestiones tenían como objetivo dar prestigio al campeonato con el fin de incentivar las inscripciones.

Un bastón de porcelana

El trabajo de Enrique de la Plaza tuvo un cierto éxito ya que poco antes del inicio del campeonato la Infanta Isabel envió un bastón de porcelana. Como aquel trofeo no parecía el más apropiado para entregarlo al campeón el hermano del presidente del Murcia Foot Ball Club, Federico de la Plaza, quien trabajaba como dependiente en el comercio ''El fin del siglo'', lo cambió por un ánfora, pues en la tienda no había copas. En las bases del torneo también se especificaba que el subcampeón obtendría once medallas de plata donadas por los políticos Isidoro de la Cierva y Ángel Guirao, pero se desconoce si, finalmente, la organización recibió este obsequio.

Por otra parte, el Murcia Foot Ball Club solicitó una subvención al Ayuntamiento de la ciudad para que éste contribuyera a sufragar parte de los gastos del campeonato. Los miembros de la Corporación acordaron por unanimidad pasar la petición a la Comisión de Hacienda que a su vez autorizó a otorgar una cantidad económica procedente de la partida de imprevistos del presupuesto municipal, aunque advirtiendo que ésta debía de ser pequeña por la escasez de recursos existentes. Por primera vez el Ayuntamiento de Murcia colaboraba económicamente con un equipo de fútbol.