El teléfono
El teléfono

El reinado de Alfonso XIII está marcado por una grave inestabilidad política producida por: el intervencionismo del Rey y su apoyo a los sectores más conservadores, la desaparición de los líderes políticos y la fragmentación de los partidos conservador y liberal que no consiguieron la mayoría absoluta para formar gobiernos estables; el debilitamiento del caciquismo y el desarrollo de la oposición social y política: republicanos, nacionalistas, socialistas y anarquistas. En la Región de Murcia esta oposición estaba formada principalmente por obreros y jornaleros de las zonas industriales que convocaron numerosas huelgas reclamando mejoras en las condiciones de trabajo y salario. Sin embargo, el sistema caciquil se mantuvo en la Región de Murcia hasta el final de la Restauración debido a la gran influencia del representante conservador Juan de la Cierva y Peñafiel.  

En este contexto de inestabilidad política el país tuvo que enfrentarse a graves problemas: se intensificaron las luchas sociales entre patronos y trabajadores, el anticlericalismo se extendió entre la población urbana y las clases populares con protestas contra el poder de la Iglesia, en especial en la enseñanza; aumentaron las críticas al Ejército por parte de la oposición: republicanos, socialistas y nacionalistas; se consolidó el movimiento nacionalista en Cataluña y País Vasco; etc.

Durante este periodo, concretamente en el año 1906, nace la Asociación de la Prensa de Murcia y la Asociación de la Prensa de Cartagena.

Todos estos hechos y el ambiente de estos difíciles años aparecen reflejados en la prensa de la Región que vivió su época más fructífera. En los primeros años del siglo aparecieron cabeceras que destacan por su larga duración: La Tierra (Cartagena, 1901-1936), en Murcia: El Liberal (1902-1939), La Verdad (1903-1931, en su primera edición) y El Tiempo (1908-1936), y La Tarde de Lorca (1909-1931). Pero, por lo general, los numerosos periódicos que van apareciendo, tienen corta vida. La prensa joco-seria y satírica toma auge con publicaciones como: La Semana Cómica (Lorca 1903), El Duende (Lorca, 1905), El Mosquito (Yecla, 1907), Don Crispín (Murcia 1910), etc. Surge la prensa dirigida a la clase obrera con cabeceras como: El Defensor del Obrero (Cartagena, 1908), El Obrero (Lorca, 1901-1920) o Libertad (Cieza, 1911-1936)  para la instrucción del proletariado. 

Los momentos más críticos se produjeron durante la Semana Trágica de Barcelona en 1909, desencadenada por el rechazo popular al reclutamiento de jóvenes para la guerra de Marruecos; y la huelga general de 1917 causada por el cierre de los mercados exteriores al finalizar la I Guerra Mundial,  durante la cual España se había mantenido neutral y había vivido un periodo de prosperidad económica al abastecer de muchos productos a los países combatientes. La Región de Murcia vivió el momento de auge económico por las exportaciones de productos agrarios y mineros, pero también sufrió la crisis que provocó el descenso de demanda de los mercados.

Desde 1911 se advierte un aumento constante de la conflictividad social y política que enfrentaba al sistema político de la Restauración y al resto de partidos republicanos, socialistas y al movimiento obrero, y que desembocaría en una dictadura. Durante este periodo, la prensa murciana se multiplica tanto en las ciudades con tradición periodística como en las de reciente aparición, y sus contenidos se diversifican. Se publican numerosas revistas literarias y también periódicos políticos de todas las tendencias: liberales, moderados, republicanos, sindicalistas y socialistas, como El Defensor (Calasparra, 1911), En Marcha (Cartagena, 1911), El Fomento (Murcia, 1913), La Idea (Caravaca, 1914), El Regionalista (Archena, 1917), La Nueva Justicia (Jumilla, 1920), etc. La Iglesia, ante el ambiente anticlerical que se vive y conocedora de la importancia de la prensa como medio difusor de ideas, respalda la publicación de periódicos de carácter moderado y religioso: Patria (Murcia, 1913), El Faro de la Juventud (Lorca, 1917), El Teléfono (Jumilla, 1917), y otros.

Ante las presiones de los militares, el Rey y el gobierno cedieron, iniciándose así la Dictadura de Primo de Rivera que duró siete años. Durante este periodo finalizó la Guerra de Marruecos en 1925, se fomentó la economía y se mantuvo la paz social a costa de suprimir las libertades reconocidas en la Constitución de 1876, entre ellas la libertad de prensa; y se creó un partido único, Unión Patriótica, prohibiendo cualquier otra actividad política. En la Región de Murcia, todavía bajo la influencia ciervista, se llevaron a cabo importantes actuaciones relacionadas con el agua; en 1926 se creó la Confederación Sindical Hidrográfica del Segura y en 1929 se inauguró el pantano de la Cierva. El aumento de control sobre la prensa con la imposición de la censura previa se observa en la disminución de publicaciones políticas durante este periodo. En cambio, las literarias y culturales como: Flores y Naranjos (Murcia, 1923), Verso y Prosa (Murcia, 1927), La Tempestad (Yecla, 1927), Colores (Lorca, 1927), Cartagena Ilustrada (1925), etc. y las de índole religiosa como Amor y Esperanza (Alhama, 1924), El Alma Juvenil (Cehegín, 1926), El Devoto del Niño (Mula, 1927), La Defensa (Yecla, 1930-1931) entre otras, siguieron editándose.

A partir de 1926,  la oposición política a la dictadura se intensificó y Primo de Rivera dimitió en enero de 1930 arrastrando a la monarquía que había quedado muy desprestigiada. De la dictadura salieron reforzados los grupos republicanos quienes obtuvieron un gran triunfo en las elecciones municipales de 1931, proclamándose así el 14 de abril, la II República.