El poblado ibérico del Castillejo de los Baños en 3D
El poblado ibérico del Castillejo de los Baños en 3D
Detalle de una casa del poblado del Castillejo
Detalle de una casa del poblado del Castillejo


Emplazamiento

  El poblado ibérico del Castillejo de los Baños se emplaza en las proximidades de la Sierra del Baño, junto a lo que será un importante santuario de época romana. Se trata de un pequeño hábitat, en la cumbre de un cerro de mediana altura, cuya ocupación se extiende desde el siglo V a.C. y se prolonga, en otro lugar contiguo al cerro, hasta la conquista romana, llegando probablemente a época augustea (cambio de era).

  La presencia de numerosas cerámicas de importación, de origen ático, en los ajuares de la Necrópolis, indica que los habitantes del poblado tuvieron cierta accesibilidad a alguna vía de comunicación. Aunque Fortuna está alejada de la red viaria más importante, la que recorría el valle del Segura, sí estaba cerca de un atajo, que debió comunicar las tierras próximas a Orihuela con el otro gran poblado ibérico de la zona, el Cabezo del Tio Pío en Archena, y a través del cual debió recibir las cerámicas de importación.

Cronología

  Aunque es difícil precisar el número de habitantes, no debió acoger más de 30 familias en el período de máximo esplendor. Gracias al estudio tipológico de las cerámicas griegas halladas en los ajuares de las tumbas de la necrópolis, sabemos que el poblado está en funcionamiento al menos desde mediados del siglo V a.C. y durante todo el siglo IV a. C. Durante los dos primeros siglos de dominación romana, el hábitat parece desplazarse desde el cerro hasta las proximidades del actual Balneario de Fortuna (siglos II - I a. C.).

  En efecto, hace unos años se realizó una zanja para la introducción de cañerías junto a las hospedería romana, hallándose una vasija globular ibérica con cenizas en su interior. Se trataba de una urna funeraria ibérica tardía, lo que sitúa la necrópolis junto al manantial de agua. Esto sugiere, como sucede en otros muchos yacimientos ibéricos de la Región, que hubo un traslado de la población de poblados encastillados a emplazamientos en llanura, habitándose las tierras bajas, probablemente, con un poblamiento disperso. Este hecho es muy importante, puesto que sirve para documentar que el manantial de agua, o al menos su entorno más inmediato, estaba ocupado por una población ibérica, al menos durante los dos últimos siglos de nuestra era.

  De este modo, cuando los romanos llegan a esta zona y encuentran el hábitat ibérico en torno a un manantial de agua sacralizado por los habitantes del Castillejo, no crean un santuario ex novo sino que monumentalizan uno anterior, asimilando las divinidades indígenas al panteón romano. En la Cueva Negra hay numerosas menciones a las ninfas, asignando un papel importante a Venus que, probablemente, sea el equivalente romano a una diosa madre ibérica, señora del santuario.