En función de la topografía del cabezo era previsible que la puerta principal de la acrópolis debía situarse en el lienzo Sur, teniendo en cuenta que persiste el camino que ascendía y daba acceso a la zona alta del cabezo, documentándose, además, la calle interior que partía este sector. Por desgracia, este sector es uno de los más alterados y arrasados, apreciándose cómo los grandes sillares que configuraban su fábrica, en su día, fueron desmontados seguramente para ser reutilizados en otras construcciones de Cehegín.

  A pesar de esos inconvenientes, en el transcurso de las excavaciones se han documentado varios indicios de su existencia: en este lugar el lienzo se interrumpe a nivel de cimentación, lo que indica que siempre hubo un vano, además se han localizado restos de la jamba occidental, prueba inequívoca de su existencia. En las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo también se han encontrado indicios de que la puerta estuvo flanqueada por dos torres semicirculares a ambos lados del camino de entrada, ya que parecen haberse conservado a nivel de cimentación En definitiva, la puerta principal de la ciudad de Begastri, restituida con una luz de unos 4 metros, debió tener la forma muy común en torres de época clásica y visigoda, que todavía pueden contemplarse en muchos puntos del Norte de África. La altura de sus torres debía superar a la de la muralla, que llegaba hasta la puerta por ambos lados y, sin duda, estaban dotadas de sistemas de defensa complejos.

  Torre del flanco Este

  Las excavaciones arqueológicas en el flanco oriental de la muralla pusieron al descubierto una sólida estructura de planta rectangular, que avanza sobre el lienzo de manera ostensible. Nos encontramos ante la única torre rectangular documentada en todo el recinto defensivo, circunstancia que es muy llamativa. Su presencia en este tramo de la fortificación, desde el punto de vista estratégico, se explica como una manera de reforzar la potencia defensiva de todo este sector y en especial de la puerta oriental, de la que apenas la separan unos 16,46 metros.

  En su fábrica se aprecia un zócalo compuesto por sillares de proporciones ciclópeas y unos alzados con sillares escuadrados de dimensiones menores. Se trata, sin duda alguna, de una torre que tiene unas dimensiones considerables: 5,65 metros de longitud en la cara frontal, 3,38 metros en los lados menores (caras Norte y Sur). Los lienzos cuentan con un grosor de 0,64 metros. El hecho de que el lienzo de la muralla parezca cortar los paramentos de la torre, puede indicar que esta torre es anterior a la construcción del lienzo. En función de las dimensiones y de la cuidada técnica constructiva que se aprecia en sus paños exteriores, podría tratarse de la cabecera o un ábside de un edificio anterior (quizás una iglesia o un aula palatina), que habría sido desmontado en estas obras, incorporándose el ábside a la nueva estructura defensiva con que se dotó la ciudad.

  Puerta del flanco Oriental

  En el cinturón amurallado de finales del siglo III de nuestra era se abre una segunda puerta concebida también dentro de la tradición clásica. Se localiza en el extremo Nororiental del recinto superior y se configuró mediante la confluencia perpendicular de dos tramos de la muralla, el primero avanza hacia el Norte, mientras que el segundo se prolonga hacia el Este. Ese último lienzo avanza sobre la intersección del anterior unos cuatro metros, trazado que debe interpretarse como una solución en codo con el fin de proteger la puerta, que así queda al amparo de ese saliente equivalente a una torre. El espesor del muro que avanza supera los cinco metros, lo que permite suponer que dispondría de algún sistema defensivo en la parte superior.

  Desde el punto de vista estratégico este flanco es uno de los más débiles, puesto que la pendiente del cerro es suave, de hecho éste debería ser el acceso de carros y mercancías pesadas a la ciuadela. Ésa es una de las razones fundamentales de que la muralla se cuidara especialmente en este sector. El portal constituye un habitáculo interior, que debió estar cubierto mediante bóveda de cañón o, quizás, de crucero. Para dificultar el acceso de los atacantes, dispuso de dos puertas, de una de ellas se conserva la piedra de base y el quicial, que permitía el giro de la puerta de madera hacia dentro (de derecha a izquierda). Las puertas de codo son muy frecuentes en las fortificaciones antiguas, siendo una de las más conocidas de la Región la del castillo de la Puebla de Mula.

  Tramo Norte

 El lienzo Norte de la muralla avanza 3,20 metros sobre la línea del lienzo Oriental, sin duda, para flanquear la puerta de acceso abierta en este sector. Desde el lado Oriental se prolonga en dirección Oeste, cubriendo un amplio tramo de 161, 38 metros de longitud y siguiendo la curva de nivel 542,50 m.s.n.m. Observando con atención es posible apreciar cómo la fábrica de algunos tramos ha sufrido frecuentes reparaciones, ocasionadas por el hundimiento del terreno. De hecho, el final del tramo, en el flanco Oeste, no ha podido ser documentado hasta ahora porque el lienzo desaparece materialmente tragado por la tierra.

  El enorme peso de los sillares utilizados en su fábrica han contribuido a su hundimiento, al asentarse en un lugar cuyo subsuelo parece estar plagado de cavidades subterráneas. La limpieza y restauración de la cara Norte de la muralla ha permitido recuperar uno de los pocos lienzos que no parecen haber sufrido hundimiento, ni reparación alguna. Los visitantes del yacimiento pueden observar en este sector la fábrica de mayor calidad de todo el recinto defensivo. Existen sillares bien escuadrados, que casi conforman un opus quadratum, la fábrica de mayor empaque en la arquitectura romana. Resulta sorprendente la presencia de un sillar que sobrepasa los dos metros de largo; es un bloque de proporciones inmesas, que no debió ser fácil de transportar y que, desde luego, no debió ser labrado para construir la muralla.