En una ciudad episcopal como la de Begastri (Cehegín-Murcia), la basílica se convirtió en la auténtica referencia espiritual de la comunidad cristiana. Este templo se construye en una época tardía del cristianismo, en la que la teología se ha tornado críptica e iniciática, lejana al sentir del pueblo. Los catecúmenos (fieles no bautizados, que se instruyen en la doctrina cristiana) sólo pueden acceder al nártex o espacio situado a los pies del edificio de la basílica. El resto de los fieles católicos, congregados en el interior del espacio sacro, no pueden ver la cabecera del templo o presbiterio. El oficio religioso es un misterio, la postura de los fieles es de total empequeñecimiento ante la divinidad.

  En lo alto de la acrópolis, tras ingresar por la puerta del flanco meridional, se recorre una calle que deja a un lado una serie de habitáculos adosados a la cara interna de la muralla y al otro un amplio conjunto arquitectónico homogéneo que, a pesar de su mal estado de conservación, debido a las roturaciones del terreno ha podido ser identificado por sus excavadores como una basílica que estuvo en funcionamiento desde el siglo VII de nuestra era.

   Los paramentos documentados no son del todo ortogonales, algo habitual en las edificaciones de este período, pero fueron construidos con mampostería, esto es, con piedras sin labrar calzadas con pequeñas piedras o ripios. Al fondo debió situarse el ábside litúrgico, en el centro de este espacio existía una cripta que se hundió. En este espacio debió situarse el altar y la cátedra episcopal, todo ello oculto por una iconostasis. Además, se aprecia la existencia de otras dependencias como un amplio espacio interior que debió quedar dividido en tres naves; las basas y capiteles hallados en este espacio, aunque no permanecen en su lugar original, probablemente debieron compartimentar el espacio basilical, dibujando una cruz latina.

  En el sector oriental también existen indicios de otra dependencia, que también pudo tener forma de ábside. Nada sabemos de la estancia que hubo de albergar la pila bautismal, necesaria en estos edificios religiosos. Prácticamente el único dato que ofrece dudas sobre la identificación de este edificio como una basílica es la ausencia de tumbas en el entorno, práctica habitual en esta época. Tal como afirman los investigadores del yacimiento, es posible que existieran y que hayan sido destruidas en las tareas de roturación agrícola. La crisis de la vida urbana de Begastri, una vez había dejado de ser sede episcopal, habría favorecido el fin de la función religiosa de este inmueble, el espacio desacralizado fue empleado como una almazara o como un lagar. En el lado occidental se aprecia un depósito, que pudo haber servido para recoger el líquido obtenido en una prensa de vino o de aceite.

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