Del Cerro de la Almagra a Mula

   En el espacio de cuatro siglos, Mula conoció varios asentamientos urbanos. Durante la Antigüedad tardía y época visigoda, la población había estado concentrada en el Cerro de la Almagra; en las primeras décadas del siglo VIII, aunque La Almagra continuó habitada, un asentamiento militar se sitúo enfrente, en el Castillo de la Puebla. Por último, en el siglo VIII, los musulmanes optaron por levantar un nuevo centro urbano en la actual población de Mula, condenando al abandono y olvido a la antigua población hispanorromana.

   La madina islámica

   La madina musulmana debía tener una estructura similar a las de otras ciudades del territorio, calles estrechas con grandes desniveles entre las que se distribuían casas entre un paisaje laberíntico. Las zonas cercanas al curso del río Mula debían estar pobladas, aprovechando los beneficios y aportes hídricos que proporcionaba este afluente del río Segura. Donde hoy se encuentran la ermita de Ntra. Sra. Del Carmen y la iglesia de Santo Domingo podrían haberse situado las dos mezquitas de la ciudad, mientras que el cementerio musulmán estaría ubicado en el Cabecico de los Muertos.

   La ciudad bajomedieval

   La toma de Mula por el infante don Alfonso en 1244 añadiría cambios a la configuración urbana de la villa. La actual pedanía de Puebla de Mula sería el lugar donde se ubicó a la población musulmana, creando torres defensivas alrededor de esta nueva morería, aislada para evitar contactos con las fuerzas enemigas sitas en Granada. Hoy día puede admirarse la Torre de la Puebla como vestigio de aquella zona defensiva.

   Con el final del conflicto entre los reinos cristianos y Granada, Mula va rebasando las murallas que cercaban el núcleo poblacional hacia el valle. Entre 1500 y 1580 se  produce el gran crecimiento urbanístico de la villa, en el que se levantan buena parte de las edificaciones civiles y religiosas de la ciudad. La construcción del Castillo de Mula o Fortaleza de los Fajardo, a lo largo del siglo XVI coincide plenamente con el gran desarrollo de la villa, al tiempo que le imprime un buscado carácter señorial, presidiendo desde su altura la villa que iba emergiendo a sus pies.