Detalle de un exvoto del Santuario
Detalle de un exvoto del Santuario

   Localización de los exvotos en el Santuario

   En el transcurso de las campañas arqueológicas realizadas en el santuario ibérico de El Cigarralejo por Emeterio Cuadrado, este investigador descubrió una serie de exvotos u ofrendas, que los fieles depositaron allí, bien al pedir algún favor a la divinidad, bien al dar las gracias por un bien ya concedido.

   La mayoría de las piezas aparecieron depositadas piadosamente en el interior de una favissa o pozo ritual, excavada en la Habitación 11 del Santuario,  en la esquina noroeste y sellada posteriormente bajo un pavimento de barro amarillo. Pero otro número importante estaba fuera del escondrijo, distribuidas por algunas de las dependencias del santuario o, incluso, fueron encontradas en la ladera del monte, de hecho, el hallazgo casual de una damita al pie del cantil de la cumbre fue la que alertó a su descubridor acerca de la existencia de un posible santuario, del tipo de los conocidos entonces en la provincia de Jaén. Todas ellas nos indican que en el momento de abandono del edificio, tras un posible incendio y destrucción, todos los exvotos no fueron ocultados en la favissa.

   Representaciones de équidos

   De entre ellos destaca la presencia de 179 figuritas talladas en piedra arenisca local, la mayoría en forma de équidos, pero una veintena aproximadamente son en forma humana. Nos falta otro tipo de exvoto más modesto, pero no por ello carente de valor religioso, como anillos, sortijas, cuentas de collar, fíbulas y hasta una falcata en miniatura o fragmentos de cerámica griega, seguramente objetos personales del oferente, que, al no poder adquirir una pieza de cierto valor, se contentó con depositar un objeto propio. El hecho de que la mayoría de las piezas fueran équidos, llevó a su excavador a determinar que la advocación de este centro era a una divinidad protectora de los animales y más concretamente del caballo, como la diosa Epona.

   Gracias al avance de la investigación en las últimas décadas, se piensa hoy en día en un culto indígena, relacionado con las labores agrícolas y ganaderas, el comercio, sin obviar aspectos relacionados con la fertilidad y la protección de los animales. Hemos de tener presente la importancia del caballo como animal de tiro, carga y transporte, además de para la guerra y como símbolo de prestigio y poder para su poseedor. Seguramente estas pequeñas esculturas fueron realizadas en talleres situados en las inmediaciones del santuario, que sirvieron para abastecer las demandas de los fieles que acudían en peregrinación a él. La diversidad tipológica y la calidad dispar de las facturas lleva a pensar en la existencia de distintas manos artesanales.