No existe un modelo único de sepultura ibérica. Por el contrario, hay diferencias entre las tumbas de unas necrópolis y otras, incluso entre los enterramientos de un mismo yacimiento podemos establecer amplias tipologías, hecho que evidenciamos al observar tanto el tamaño y forma de las fosas como el sistema de cubrición.

   Simplificando mucho encontramos meras fosas excavadas en el suelo de forma oval, cuadrangular, circular o, aunque en menor medida, semejantes al lingote chipriota como algunas de las exhumadas en la necrópolis del Castillejo de Los Baños de Fortuna, en Murcia. En ocasiones se les aplica a las paredes un enlucido de color blanquecino, que permite delimitar perfectamente el contorno del nicho. Otros presentan unas paredes rojizas, debido a la acción del calor sobre las mismas, procedente de los carbones y maderas aún incandescentes recogidos de la pira de leña y depositados junto al ajuar funerario. El interior del hoyo fue rellenado finalmente con tierra, protegiendo de esta manera tanto los restos cremados del difunto como su ajuar funerario.

   Encachados de piedra

   No faltan estructuras elaboradas que se disponen encima de las fosas. Consisten en una acumulación de piedras, sin escuadrar y colocadas a hueso, de forma cuadrada o rectangular, de un tamaño que puede oscilar entre 1,5 m. de lado hasta los 6 metros o más. El tamaño de las piedras suele ser grande para las caras exteriores y el interior relleno de piedras de menor tamaño, mezcladas con tierra. Algunas muestran en una de sus caras un escalón que tiene como finalidad salvar el desnivel existente en el terreno, pero otras estructuras más monumentales exhiben uno o varios escalones a lo largo de su perímetro. Estas construcciones son denominadas por los investigadores con el nombre de encachados tumulares y en su interior puede haber una o más fosas.

   Cámaras funerarias

   Además de estos tipos de tumbas habituales, sobre todo en el sureste y levante peninsular, destacan las grandes cámaras funerarias del área andaluza, consistentes en un largo corredor que termina en una estancia cuadrangular, elaboradas con mampostería. La estructura pétrea se recubre finalmente con un gran túmulo de tierra, como las de la necrópolis de Galera, Granada o la cámara de Toya, con una estructura más compleja, formada por varias habitaciones, en cuyo interior se colocaron los enterramientos.