Las órdenes militares controlaban a la población mudéjar en su territorio
Las órdenes militares controlaban a la población mudéjar en su territorio

     El aprovechamiento tanto del agua como de animales de carga en la técnica molinar medieval, desde la llegada de Al-Ándalus hasta la posterior Reconquista cristiana, constituyó un importante factor de desarrollo económico en la región de Murcia. El control de la producción por parte de las distintas órdenes cristianas, como la Orden Militar de Santiago, desarrolló nuevas infraestructuras consiguiendo la especialización de molinos en las manufacturas. Los dominios santiaguistas del reino de Murcia consiguieron unos importantes beneficios económicos, así como los medios de transformación que permitieron la estabilidad de la comunidad campesina. La construcción de molinos hidráulicos en el reino de Murcia en la Edad Media fue abundante y su concentración se localizó sobre todo en la cuenca del río Segura y el Valle de Ricote. Así pues, podemos destacar tres tipos de molinos que contribuyeron a ésta expansión económica:

     Molino harinero

     También llamado 'molino de pan'. Molía el trigo, convirtiéndolo en harina, para la elaboración de pan, producto básico de la alimentación. Utilizado por los árabes, en un principio, aprovechando la fuerza hidráulica. En siglos posteriores se usó la fuerza de la caballería en zonas más alejadas de los ríos.

     Molino batán

     También llamados aceñas en época de Alfonso X. Se trataba de una máquina generalmente hidráulica, compuesta de gruesos mazos de madera, movidos por un eje, para golpear, desengrasar y enfurtir los paños. Eran molinos para batanar paños, muy importantes en la floreciente industria textil, sobre todo con la llegada del cristianismo y la expansión de la producción de la seda y el lino a lo largo del siglo XIII.

     Molino de pastel

     Estructura de la que se tienen muy pocos datos, sólo algunas referencias y manuscritos que indican la construcción de este tipo de molinos para la mezcla de tintes en la industria textil medieval murciana. La construcción de molinos implicaba la contratación de especialistas que, en muchas ocasiones, se desplazaban de otros lugares y eran contratados específicamente para su emplazamiento y construcción. Para ello se necesitaba la labor conjunta de albañiles, herreros y carpinteros, que utilizaban materiales como el ladrillo, la cal, el hierro, la arena y la madera. Este último era el material más utilizado y necesitaba de un constante mantenimiento, pues el continuo contacto con el agua hacía que se pudriese con facilidad, acarreando altos costes económicos a los dueños del molino. Debido a este alto coste, las titularidades molinarias solían estar firmadas por casas de nobles, encomiendas o la propia Iglesia.