Hacia la invasión almorávide

Economía andalusí

A diferencia del mundo cristiano feudal, la economía musulmana era eminentemente monetaria, basada en el intercambio de los productos que se cultivaban en las huertas y campos abiertos gracias a la magnífica red de acequias y tecnología hidráulica empleada por los musulmanes para aumentar la productividad de las tierras.

Las ciudades servían de marco idóneo donde los campesinos y los artesanos se abastecían de los bienes necesarios. Así mismo, las ciudades se convertían en el escenario en el que el Estado garantizaba la fluidez de las transacciones comerciales y se aseguraba las rentas necesarias para sustentar el poder emiral.

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Sin constar que hubiese algún tipo de resistencia, en el año 1078 Lorca fue incorporada a los dominios del emir de la taifa Sevillana, al-Mutamid, quien se había convertido en el monarca más poderoso del sur peninsular.

El desarrollo económico y demográfico que había comenzado el siglo anterior continuó su curso. Y así es seguro que, al igual que estaba ocurriendo en la huerta de Murcia, el siglo XI supuso para los campos lorquinos bañados por el río Guadalentín la aparición y ampliación de una serie de infraestructuras que permitían su irrigación a través de acequias.

En el año 1088 una hueste de castellanos dirigidos por el noble García Jiménez consiguió conquistar Aledo tras una audaz acción militar. Así el campo de Lorca se convirtió en el inmediato objetivo de los saqueos y otras acciones de hostigamiento que desde la fortaleza los cristianos lanzaban sobre el territorio tudmirí, por lo cual el emir de Sevilla solicitó la ayuda del sultán almorávide Yusuf b. Tasufin.

El propio fracaso militar que supuso para los musulmanes el sitio de Aledo de 1090, fue una de las causas que llevaron al monarca almorávide a incorporar todo al-Ándalus al estado islámico norteafricano (lo que se produjo al año siguiente), caracterizado por sus principios de rigor religioso y unidad del Islam.

Expulsados los castellanos de Aledo, el peligro de la presión cristiana era ya una realidad, por lo que en el campo lorquino comenzaron a aflorar los husun, fortificaciones rurales que daban refugio a las poblaciones del campo: Aguaderas, Ugéjar, Felí y Calentín son algunos ejemplos que nos muestran el crecimiento a pesar de las adversidades. Su número fue creciendo conforme se agravaba la situación bélica, que tuvo su auge durante el siglo XII y mediados del XIII.

Los almohades en Lorca

A mediados del siglo XII, Ibn Mardanís se erigía como cabeza del islam andalusí desde su emirato de Murcia.  Para hacer frente a los almohades, que presionaban desde el sur, la diplomacia mardanisí buscó apoyo en los reinos cristianos. Lorca cobró entonces especial relevancia por su posición estratégica de vanguardia frente a los norteafricanos, que presionaban desde el sur.

Esta es la razón por la cual se documenta en esta época la estancia en los alrededores de los campos lorquinos de importantes personajes, como Alfonso VII de Castilla, que acababa de conquistar temporalmente Almería, o Sancho VI el Sabio de Navarra, quienes, al frente de sus tropas, colaboraban con los murcianos para frenar el poder almohade. Sin embargo, el avance de los ortodoxos musulmanes fue imparable, y Lorca caería en poder del sultán almohade en el año 1171, antes incluso del colapso total del estado de Ibn Mardanís.

La situación bélica, con inestabilidad interna y fuerte hostigamiento de castellanos y aragoneses desde el norte, reforzó el carácter militar de Lorca, documentándose en esta época grandes obras de fortificación urbana y amurallamiento de alcazaba, madina y arrabales (ver vídeo).