Carta misiva de los Reyes Católicos al concejo de Murcia, ordenando preparar el alojamiento para la corte
Carta misiva de los Reyes Católicos al concejo de Murcia, ordenando preparar el alojamiento para la corte

Murcia se halla en medio de una huerta, rodeada por un río que la abraza como la pulsera a una muñeca. Las casas se recogen dentro de una imponente muralla que tiene muchos torreones a ciertos espacios y coronados de almenas. Esta muralla la protege de los moros, enemigos de nuestra santa fe católica, tanto como de las avenidas del río que llaman Segura, que a las veces inunda las huertas y destruye los cultivos.

He sabido que esta ciudad es la más poblada en varias leguas a la redonda; se precia de ser la cabeza del Reino de Murcia, la sede del Obispado de Cartagena y una de las ciudades con voto en Cortes. Todo gracias a las feraces huertas que riega el Segura. Pero al alejarse del río la tierra es muy árida.

Luego de nuestra llegada, hablamos con los regidores del concejo sobre el aposento de sus altezas y de todos los que vienen, más de ciento, con su corte y rastro. Se ha acordado que sus altezas ocupen las Casas del Concejo, que se están aderezando para la ocasión; la residencia del Obispo será para el Consejo Real; los Grandes se hospedarán en las casas del Adelantado y el resto del séquito en las casas de regidores, escribanos y en alguna posada. Yo he sido recibido en casa del escribano mayor, Alonso Palazol, y así estaré mejor informado de lo que ocurre en la ciudad.

Los vecinos están muy agitados con las nuevas de los Reyes. Por estas tierras no ha pasado ningún rey desde los tiempos de don Alfonso el Sabio, ha más de 200 años, y la ciudad quiere agasajar muy bien a sus altezas. Han sabido cómo se ha hecho en otras ciudades y no quieren quedar en peor lugar, de manera que han echado una derrama para recaudar ochenta mil maravedís y costear los preparativos de la visita. Ya no hay puercos ni otras bestias por las calles; se han allanado los suelos y se ponen plantas de olor (laurel y arrayán) para limpiar el aire. Paños de colores adornan las ventanas y balcones de edificios principales y toda la ciudad reluce al sol de primavera.

Los murcianos que irán a la guerra con el rey han de salir a recibir la comitiva real ataviados con su equipo militar. Los demás, hombres y mujeres, han de vestir sus mejores trajes, y hasta los niños participarán en el recibimiento con sus camisas blancas y las armas de jugar.

Todo está dispuesto para que mis señores, Dios queriéndolo, entren en Murcia el próximo sábado, 26 de abril del año del señor de 1488.