En las cercanías de Cartagena existen tres posibles manantiales, que pudieron haber sido explotados por los romanos para el abastecimiento de agua a Carthago Nova. La primera se encontraba al Este en las estribaciones de Sierra Gorda, conocida como la Fuente de San Juan desde el principio de la Edad Moderna, estando documentada su aportación a las fuentes públicas de la ciudad portuaria hasta principios del siglo XX.

   La conducción de agua hasta Cartagena en época moderna era subterránea, el famoso Pinacho de Santa Lucía era uno de sus respiraderos. Al Norte se encuentra la llamada Fuente de Cubas, que ha dado su nombre al barrio que se asienta sobre su situación en la actualidad. Finalmente, en la zona Oeste encontramos las Fuentes de Perín, éstas son las más alejadas.

   Estas tres fuentes o manantiales, de las que podemos presumir su existencia en la época de la dominación romana, cumplen las condiciones para el abastecimiento de una ciudad de veinte a treinta mil habitantes como Carthago Nova. Agua dulce, potable y con la suficiente elevación sobre la ciudad para canalizar el agua, ya fuera por un acueducto o de forma subterránea. El inconveniente, como siempre, sería la situación climática de la zona, por lo que en algunas ocasiones de sequía las fuentes no podrían cumplir su función de abastecimiento.