La defensa de las ciudades fue una de las piedras angulares en la arquitectura romana, adquiriendo gran importancia la construcción de murallas que salvaguardaban a la población de ataques terrestres o marítimos.

    La ciudad de Carthago Nova contaba ya con una potente muralla erigida por los cartagineses en el siglo III a.C. Todos los autores clásicos insisten en la altura y potencia de los muros elevados por los púnicos, pero también en su debilidad en el flanco septentrional, debido a la defensa natural que proporcionaba la laguna interior. Por este punto se produciría el ataque definitivo de las tropas romanas de Escipión.

    Durante el siglo I a.C. la inestabilidad política tendría consecuencias en la ciudad. Las disputas entre Pompeyo y Cesar hicieron que Carthago Nova tuviera partidarios de uno y otro bando, reflejados en las inscripciones que hacen referencia a nuevos tramos y paramentos de muralla construidos en esta época. No obstante, parece que Cesar realizó un viaje a la ciudad en el 45 a.C. y le otorgó la condición jurídica de colonia: COLONIA VRBS IVLIA NOVA CARTHAGO.

    En época de Augusto (siglos I a.C. y I d.C.) la muralla se reforzaría, sobre todo con la monumentalización de las puertas, adquiriendo valores que sobrepasarían su función defensiva, valores como la simbología del poder. A esto se debió de añadir su condición de ciudad importante basada en el estatus de colonia a partir del siglo I a.C., la proximidad de minas de plata, un territorio fértil, un puerto de mar estratégico y facilidad en las relaciones con el Norte de África. Todos estos factores hacen a Cartago Nova una ciudad codiciable para ser atacada. Por ello, tras su conquista por parte de Escipión durante el siglo III a.C. 'ordenó que se levantara la muralla hasta la altura que alcanzaba la marea' (Apiano, 24).

    Estructura y recorrido

    Durante el siglo II a.C. se utilizaría la primitiva muralla púnica de arenisca, reforzada en los flancos más débiles con nuevos paramentos de sillares que rondaban los 6 metros de grosor. Posteriormente, durante el siglo I a.C. se renovaron ciertos lienzos y se construyeron otros desde los cimientos.

    Según algunos arqueólogos, la zona más cercana al puerto debió acoger un lienzo de muralla de escaso porte, realizado con sillares de arenisca en opus quadratum tras los edificios de almacenes portuarios, de unos 8-10 metros de altura, 1,8-2 metros de ancho y carente de torreones y almenas.

    La superficie global del terreno a defender por la muralla era de algo más de 43 hectáreas, incluyendo las 5 colinas de la ciudad. La línea de una muralla que cerraría la ciudad, englobando  todos estos accidentes y llegando hasta el mar y la playa, tendría una longitud aproximada de 2.569 metros.

    La reconstrucción de su trazado es compleja debido a la diversidad de restauraciones y nuevas construcciones que se produjeron durante los siglos de dominación romana. Un hipotético recorrido partiendo de una puerta situada en el istmo podría discurrir desde la cresta del Monte San José hacia el Cerro del Molinete, cercándolo, al igual que el Monte Sacro, protegiendo posteriormente con un trazado más lineal el tramo de playa y puerto situado al oeste de la ciudad. Éste llegaría hasta la falda del Cerro de la Concepción donde se añadiría como elemento natural a la estructura defensiva un desnivel natural de 25 metros. Desde aquí al Monte de Despeñaperros seguirían los lienzos de muro. Entre éste y San José se cerraría el contorno amurallado

    Puertas

    Polibio y Tito Livio coinciden en la existencia de una puerta en la muralla en la zona noroeste de la ciudad, cerca de donde se encuentra actualmente el Centro de Interpretación de la Muralla Púnica, conocida en la posterior muralla del siglo XVIII como Puerta de San José. Como suposición, tomando como referencia puertas de murallas del Mediterráneo Central y Oriental, la entrada estaría flanqueada por dos torres cuadrangulares.

    Según Livio, Magón intentó reconquistar la ciudad a Escipión y añade que existiría una 'porta ad stagnum et versa mare', una puerta que daría a la laguna y al mar en el ángulo opuesto a la anterior.

    Inscripciones de Carthago Nova relacionadas con la muralla

    Carthago Nova es la ciudad española en la que se han recuperado un número mayor de inscripciones asociadas a la construcción o reforma de sus murallas romanas. Esta excepcional información permite conocer elementos constructivos de aparato defensivo de la ciudad, aunque la reutilización de estos materiales en épocas posteriores para reforzar otras construcciones no permite identificar su emplazamiento original.

    Algunas de ellas hacen referencia a:

    La construcción de la muralla en el último cuarto del siglo I a.C. por encargo de los magistrados Sex. Amilius y C. Clodius duumviros de la ciudad.

    Donación realizada por un hombre llamado Herius, gobernador provincial de la Citerior.

    Cn. Cornelius Cinna, duumviro y colaborador del programa de construcción de las murallas

    Dos puertas que no coinciden necesariamente con las citadas por los escritos clásicos.

    Cn Atelius y Pollio colaboraron en el embellecimiento de la ciudad con la construcción de un pórtico.

    Cinco fragmentos de una misma inscripción hacen referencia a la construcción de una puerta, torres y un lienzo de muralla. La expresión a fundamenteis especifica que se trata de una obra nueva realizada por L. Fabius y un miembro de la gens de los Virgilio.