La inundación no se cobró más víctimas gracias a que los santomeranos mostraron un generoso ejercicio de solidaridad y, en algunos casos, de heroicidad. Durante toda la madrugada varios vecinos pusieron en peligro sus vidas para salvar a decenas de personas que habían quedados atrapadas y que estaban expuestas a una muerte segura. 

Joaquín García Candel salió a la calle a las dos de la mañana con una yunta de vacas y un carro. Después de atravesar las zonas que le fue posible logró salvar a Antonio García Giménez y a otros tres miembros de su familia.

Con una improvisada barca

Adolfo Rubio construyó una improvisada barca compuesta por tres zarzos con la que salvó la vida a Dolores Zapata, su esposo y los dos hijos de ambos. También pudo auxiliar a Juan García Alcaraz ''Piqueras'' y a uno de sus hijos cuando ambos se encontraban asidos a un olivo. La esposa de Piqueras y sus otros cuatro hijos no sobrevivieron a la inundación.

Fernando Laorden Abellán, quien vivía frente al Cuartel de la Guardia Civil, despertó hacia las doce y media de la noche cuando notó una humedad bajo sus pies. Cogió a sus hijos pequeños y a su esposa, que había a dado a luz pocos días antes, y los subió a la parte alta del hogar. Desde allí vio a su hermana en una casa cercana y, creyendo que la vida de ésta podía estar en peligro, se lanzó en una tabla a la calle. En el trayecto se percató de que una mujer y sus hijas estaban agarradas a una ventana y con el agua al cuello. Fernando llegó a tiempo de prestarles auxilio.

El cabo de la Guardia Civil

Clemente Sánchez Martínez, cabo de la Guardia Civil, se encontraba en la parte superior del Cuartel. En mitad de la tormenta se apercibió de que sus compañeros, Antonio Fernández Pujante, Manuel López y Francisco Zapata habían quedado atrapados en la parte baja junto a sus familias y pedían auxilio de forma desesperada. Clemente Sánchez consiguió romper una puerta con la ayuda de un hacha. Los guardias y sus familias lograron escaparon milagrosamente ya que la puerta y una de las paredes se vinieron abajo.

Rafael Rubio no cesó de trabajar entre la una y las ocho de la mañana. Logró salvar a dos niñas.

Los hermanos Rafael y José Campillo ''Los Toribios'' y Antonio Truque salvaron la vidas de una mujer y dos de sus hijos.

Antonio Lorente ''El Purrutero'', con el agua al cuello, no cesó de prestar ayuda a toda persona que encontraba a su paso.