También pareció afectar la nueva situación política en la celebración de fiestas, ya que el 25 de julio La Paz de Murcia publica la suspensión de la celebración de una víspera de festividad que se celebraba en la Catedral, suspendida por una contraorden cuando ya estaba todo planificado.

Esto es algo lógico, debido al ambiente de la ciudad y al desvió de recursos que se estaba produciendo hacia Cartagena. Pero tampoco debemos tener la impresión de una ciudad paralizada, como bien lo indica la celebración de conciertos de música en los paseos (por parte del Señor Mirete), aunque al parecer la afluencia de público a estos lugares públicos parece ser que disminuyó bastante. Otros conciertos musicales fueron el del Señor Raya celebrado en la Glorieta el domingo 27 de julio, o el de la charanga del Batallón Mendigorría en el mismo lugar el 3 y 4 de agosto, con alguna gente el primer día y el segundo casi desierto. Así como también la banda de Infantería de Marina, que llegó desde Cartagena a la ciudad el domingo 10 de agosto en la Glorieta, aunque el periodista lamenta que esa zona no tenía nada que ver con lo que habitualmente era.

En cuanto a una costumbre tan arraigada en la vida de los murcianos como el paseo también parece que se vio perjudicada, especialmente al final del periodo cantonal, bloqueándose el paso el 11 de agosto a una de las típicas zonas de paseo de Murcia: el Malecón.

También se produjo la celebración de la feria de la ciudad, aunque existieron rumores de que no iba a ser así, además se hizo con menos lujo que en años anteriores. O incluso los actos de la lotería, que se siguen celebrando. Pero con la retirada de la Junta, La Paz de Murcia habla de resurgimiento de la alegría en la ciudad, destacando hechos como la serenata que el Ayuntamiento organizó a los generales, lo que animó a la población y volvió a sacar a las mujeres a pasear.

Todo esto contrasta enormemente con las noticias de los diarios afines al movimiento cantonal, como por ejemplo El Cantón Murciano que informa de una Murcia diferente: -Concurridísimo el domingo por la tarde el paseo de la Glorieta, que fue amenizado por la charanga de Mendigorría que tocó piezas escogidas-. O el caso de El Noticiero de Murcia que informa de que el paseo de Santiago estuvo bastante animado, siendo amenizado por la banda que dirige el Sr. Mirete.

Las noticias tan contradictorias, que sobre este aspecto de la vida cotidiana de los murcianos presentan las fuentes, dificultan en gran medida establecer conclusiones. Por un lado tenemos a La Paz de Murcia o El Popular informando de la celebración de fiestas musicales con apenas presencia de gente, y de ferias y mercados de menor calidad que antes del establecimiento de la Junta. Mientras que por otro lado, podemos leer en El Cantón Murciano o en El Noticiero de Murcia la presencia de una ciudad normalizada, con gran afluencia de personas practicando el paseo y acudiendo a las celebraciones musicales, cuya realización es lo único claro al coincidir todos los medios de prensa.

Sin duda las fiestas musicales, la feria o el mercado se celebraron, pero es bastante dudoso que la ciudad permaneciera en el mismo estado que siempre con la situación de guerra civil y el ambiente de miedo y temor que estaba experimentando su población. Todos los medios de prensa citados tienen motivaciones por las que dar noticias tan contradictorias. Por un lado los que informan de una ciudad desierta pretenden transmitir una sensación de rechazo y miedo de la población hacía las autoridades cantonales, mientras que los que hablan de una Murcia bulliciosa y alegre pretenden trasmitir la sensación, tanto al exterior como a su propia población, de que la revolución cantonal suponía el cambio político que estas necesitaban, en las cuales se estaba viviendo un ambiente de absoluta normalidad.

Pero a pesar de esta circunstancia, posiblemente estas celebraciones y los paseos estuvieran menos concurridos de lo que era normal. Sin duda la sensación de miedo que vivía la ciudad ante un posible enfrentamiento bélico tuvo que afectar bastante al ánimo festivo de la población, teniendo en cuenta que estas celebraciones debían celebrarse en los espacios públicos, en los cuales se encontraban los Voluntarios y donde se llevaban a cabo actividades militares.