Antonio Gálvez Arce. Torreagüera (Murcia), 1819 - 1898.

Primeros pasos políticos

     Antonio Gálvez Arce, más conocido como Antonete Gálvez, nació en la pedanía murciana de Torreagüera el 29 de junio de 1819, en el seno de una familia de labradores. Su padre era un hombre liberal y demócrata convencido, Teniente de la compañía local de las Milicias Nacionales.

     Transcurrió su infancia en la huerta, trabajando afanosamente la tierra para ayudar a su familia, al tiempo que aprendía a leer y escribir por las noches. En 1836 acompaña a su padre en uno de sus viajes a la Corte en Madrid, empapándose de la ideología paterna y granjeándose las primeras simpatías de algunos políticos de la época.

     Cuando era un muchacho entró a formar parte de la compañía de Milicias Nacionales de Torreagüera, y en 1843, ante la sublevación favorable a Narváez en Madrid, hará frente a la columna que se alzaba sobre Murcia al mando del General Ros de Olano, quien resultará victorioso por lo que Gálvez hubo de retirarse discretamente al Huerto de San Blas (Torreagüera), donde contraería matrimonio con su prima Dolores Arce Tomás, con la que tendrá seis hijos.  

Revolución y exilio

     Antonete Gálvez continúa participando en las conspiraciones del partido progresista, y el 17 de julio de 1854 entra en Murcia al frente de un grupo de hombres reclutados en la huerta, logrando el triunfo de la revolución en esta ciudad.

     Pero en 1856 un regimiento real restablecería el anterior status quo, obligando a entregar las armas a la Milicia Nacional, auténtica fuerza de choque de los progresistas desde su creación.

     Gálvez no cejaría en su empeño y de esta manera, en 1868, decidiría apoyar el pronunciamiento del progresista General Prim, que se haría con el control de Cartagena, mientras Antonete hacia lo propio en la ciudad de Murcia, decidiendo así el triunfo de la insurrección en la provincia.

     Un año después, Antonete protagoniza el emblemático levantamiento republicano en la Sierra de Miravete, teniendo que exiliarse a Orán(Argelia) trás su fracaso, para retornar en 1870 gracias a una amnistía. 

Movimiento cantonalista

     Pasados los gobiernos provisionales y el breve periodo monárquico de Amadeo de Saboya, se proclama la República el 11 de febrero de 1873 y Antonete Gálvez entra en Murcia donde será recibido como un héroe.

     Gálvez desea una república federal con una administración descentralizada para cada región (cantonalismo), por lo que participa en la proclamación de cantones antes de que fuese aprobada la Constitución federal que legalizaría su establecimiento, Carta Magna que nunca llegaría a entrar en vigor.

     Gálvez tuvo un papel muy importante en el movimiento cantonalista, siendo especialmente determinante en la declaración cantonal de Murcia. Pero pronto el cantón se reduce a Cartagena, quedando Antonete como encargado de Ultramar y manteniendo la resistencia hasta la rendición de la ciudad en 1874.

     Uno de los aspectos más destacados de la participación de Gálvez como Comandante General de las fuezas militares cartageneras, fueron sus expediciones por toda la provincia de Murcia a aquellas zonas que los dirigentes cantonales consideraban usurpadas al "histórico Reino de Murcia", expandiendo el movimiento mediante la formación de Juntas Locales y recaudando tributos para la defensa del cantón murciano.

     El final de la experiencia cantonal es pagado por Gálvez con el exilio, pero la Restauración borbónica en la figura de Alfonso XII le permite, mediante amnistía, regresar a su Torreagüera natal.

     En esta época entablaría una entrañable amistad con Cánovas del Castillo, un político de signo radicalmente contrario, quien consideraba a Gálvez como un hombre sincero, honrado y valiente, aunque de ideas políticas exageradas.

Última insurrección

     Pero un personaje como Gálvez, apasionado y fiel a sus principios, no podía vivir una ancianidad tranquila y retirada, por lo que a los 67 años de edad protagoniza una nueva intentona republicana con la sublevación del Castillo de San Julián de Cartagena.

     Cuando el gobernador de la plaza, Luis Fajardo, muere víctima de un disparo, Gálvez comienza a ser perseguido, regresando de nuevo a la clandestinidad dada la sentencia a la pena capital que le aguardaba.

     En 1887 Gálvez recibe noticias de que su esposa se encuentra a las puertas de la muerte y corre presuroso a Torreagüera para acompañarla en sus últimas horas. A pesar del peligro que corría, Gálvez preside el entierro de su cónyuge.

     En 1891 recibe el indulto y acepta un puesto de concejal en el Ayuntamiento de Murcia, pero un año después recibe un duro golpe por la muerte de su hijo Enrique. El propio Antonete Gálvez moriría el 27 de noviembre de 1898 en su casa del Huerto de San Blas.