La ciudad de Murcia había dispuesto de un Conservatorio que parece ser que se mantuvo activo (aunque con una cierta irregularidad) entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX.

    Hacia 1914 se instala en Murcia un joven músico valenciano llamado Manuel Massotti Escuder. Poco después crea la Academia “Fernández Caballero”. En el centro se matriculan un gran número de alumnos interesados en la música. La academia, que estaba situada en la calle Zambrana (hoy Andrés Baquero), adquirió tal importancia que en 1917 fue incorporada oficialmente al Conservatorio de Valencia. Los profesores de Valencia se trasladaban a Murcia para realizar los exámenes correspondientes y convalidar los estudios realizados en dicho centro.

    En 1917 acababa de culminar uno de los mayores proyectos culturales de la historia de la ciudad de Murcia: la creación de una Universidad. Al socaire de este reciente éxito (y estimulado por el creciente interés que existía por las artes musicales, y por los buenos resultados académicos obtenidos por los alumnos de Massotti Escuder), Pedro Jara Carrillo escribió el 23 de mayo de 1917 un artículo en El Liberal, en el que pedía abiertamente la creación de un Conservatorio.

Carta a Isidoro de la Cierva

    En dicho artículo, el poeta y periodista murciano afirmaba que “En Murcia hace falta un Conservatorio; lo mismo que lo tienen en otras provincias; hace falta un centro del cual salgan todos los músicos que deben salir; los cantantes que son dotados de facultades naturales, todos los actores que sean capaces de triunfar en el escenario escénico. Hace falta un centro de esta índole, en donde un profesorado adecuado a cada especialidad artística eduque todas esas facultades que se pierden entre la baraunda férrea de los talleres, entre las monótonas escribanías de la parásita burocracia o entre las rudas faenas asoleadas de la huerta murciana”.

    Este artículo estaba redactado en forma de carta dirigida a Isidoro de la Cierva. Jara Carrillo creía imprescindible la participación de La Cierva, tanto por la gran implicación que había tenido con todos los proyectos que significaban el progreso de Murcia, como por su incuestionable influencia social y política, ésta última de gran importancia, debido a la elevada posición que ocupaba su hermano, Juan.

Proyecto en marcha

    Dos días más tarde El Liberal publicó un artículo escrito por Isidoro de la Cierva, en el que afirmaba acoger el proyecto con un gran entusiasmo, a la vez que ofrecía su colaboración y proponía el edificio de las Escuelas Graduadas de la plaza de Santo Domingo como posible sede del Conservatorio. En días posteriores se recibieron numerosas adhesiones de personajes ilustres de la sociedad murciana y de otros puntos de España. Jara Carrillo, convencido de que había conseguido el respaldo adecuado, trabajó denodadamente para acelerar el proyecto. En apenas unas semanas recabó los estatutos de otros Conservatorios y pidió asesoramiento a varios profesionales.

    A principios de junio se creó una primera comisión que estaba formada por Antonio Puig, Emilio Ramírez, Pedro Muñoz Pedrera, Mariano Sanz y el propio Jara Carrillo. La junta celebró varias sesiones en las que estudió los reglamentos de varios Conservatorios, centrando su atención en el de Valencia, por su similitud con el proyecto de Murcia. Tras realizar algunas modificaciones en el reglamento la comisión acordó convocar una reunión, bajo la presidencia de Isidoro de la Cierva, en la que se expusieran los progresos logrados y se definieran las futuras líneas de actuación.