Carreta tirada por bueyes
Carreta tirada por bueyes
Carreta de carga. Almacenes Rubio
Carreta de carga. Almacenes Rubio

Cartagena-Orán

    En 1869 existía un servicio de  Cartagena a Orán que salía, cada cinco días, a las 6 de la tarde, de ida, volviendo a las 4 de la tarde tres días después de cada uno de los viajes indicados. El viaje lo realizaba la Compañía General de Navegación francesa, cuyo representante en la ciudad era J.M. Pelegrin, calle Jara 25. Los precios por pasajero oscilaban de 38 a 95 reales.

    Años después el servicio pasó a ser semanal. Saldría en 1900, todos los martes, procediendo el barco de Marsella. La Compañía se llamaba entonces Compagnie Genérale Transatlantique, siendo el consignatario el mismo, José Mª Pelegrin.

    El viaje lo realizaba en 1895 Paul Pallary, que partiendo de Orán a las diez de la noche, dice, llegaba a Cartagena a las siete de la mañana.

 Murcia- Granada

    El camino de Murcia a Granada atravesaba Librilla, Alhama, Totana y Lorca. Las ventas del camino, todavía en el siglo XIX estaban desprovistas de víveres, por lo que el viajero debía proveerse bien si no quería pasar hambre. Desde Murcia salía una "galera atartalada", comenta el viajero Charles Davillier en 1862; se trataba de una combinación de galera y tartana. Esta galera tenía dos variantes, la normal y la "acelerada", que hacia el trayecto hasta Granada en cinco días, por seis duros cada pasajero. Este medio de transporte, describe Davillier, no tenía suspensión y el techo lo componían diversos anillos que sujetaban una tela. Tenía bancos en su interior, en el sentido longitudinal al vehiculo.

    La ruta Murcia-Granada se cortaba en Lorca, reiniciándose la diligencia en Baza. Es decir, "había que buscarse la vida" de Lorca a Baza. Esto nos lo comenta el inglés Belsches Grahan, en 1883, que también nos comento como dos agentes de la guardia civil acompañaban a la diligencia para prevenir asaltos.

    Richard Ford, en 1846, nos dice que esta ruta estaba mal provista de carreteras y que la comunicación con Granada era apenas practicable para vehículos.

    Sabemos que la ruta era cubierta, ya en 1835 de forma regular, por el "carro-corsario" de José Botella, que junto con Fulgencio Inglés cubrían también la ruta a Madrid. Al año siguiente le hará competencia Juan Hernández, que salía de la calle Porcel de Murcia. Ya en 1837 se sumará al servicio la galera de José Pelluz, ligado a José Botella.

    Como en otras rutas, los accidentes fueron noticia. Es el caso sucedido á mediados de junio de 1868. Al pasar la diligencia por la rambla del molino, en Las Flotas de Alhama, una gran avenida la arrastró, siendo salvados los viajeros por la Guardia Civil. Años después, 1873 la diligencia volcaba al entrar a Librilla; el resultado fue de varios heridos.

Murcia-Alicante

    Eran dos los caminos existentes, y aun siendo sobre terrenos llanos, eran estrechos, mal cuidados y llenos de baches, según A. Laborde que los recorrió a comienzos del siglo XIX. Uno de ellos, junto al río, quedaba impracticable en invierno. German de Lavigne, parisino que nos visitaba en 1859, comentaba que el viaje se iniciaba en la puerta de Orihuela, hacia Monteagudo, atravesando nopales y nogueras. De aquí se llegaba a la Sierra de Orihuela, por un camino poco practicable.

    En 1864 realiza este viaje el inglés Richard Bentley, que nos describe las campanillas tintineantes de las mulas de la diligencia. Ya las mencionaba H. Swinburne en 1779, diciendo que los cascabeles le irritaban, pero se acostumbró tanto a ellos que dudaba que pudiera dormir sin su sonido cuando volviera a su tierra. Bentley nos dice que la carretera era la peor que había conocido, llena de baches. No la comenta mejor el francés Eugene Poitou, en 1889. El camino a Orihuela "es estrecho, lleno de baches y socavones. Subía, bajaba, se inclinaba y volvía a alzarse; diez veces estuvimos a punto de volcar".

    El viaje se hacía en 9 horas, nos dice H. James Rose en 1877, que recorrió la distancia en diligencia, comentando lo desarbolado y árido del camino.

    Para evitar asaltos una pareja de guardias civiles iban a bordo, existiendo además puestos en lugares estratégicos en la ruta. Las diligencias de esta ruta salían de la plaza de las Cadenas, detrás de la catedral, según el francés A. Robida

    El servicio regular de la diligencia Alicante-Murcia se iniciaba el 23 de julio de 1838, con una galera "montada a la inglesa". El precio era de dos reales y medio por legua. Salía de Alicante a las cuatro de la mañana, cada cinco días. En Murcia tenía la parada en la posada de San Antonio.

    Dependiendo del estado del camino la ruta la realizará por Novelda o por Crevillente. En 1865, si no antes, las diligencias serán diarias, partiendo a las 8 de la mañana, en ambas direcciones. Los problemas se acumularon en estos primeros años. En el mismo 1865 la diligencia volcaba en Albatera, con varios heridos. Se averiguaba entonces que el tiro en vez de seis caballos sólo llevaba tres, y además iban varios pasajeros en la vaca. El asuntó acabó con el administrador, mayoral y zagal en prisión. Meses después, dado que el camino por Crevillente se encontraba en mal estado, cambiaba la ruta Murcia-Alicante por Novelda.

Murcia-Albacete-Madrid

    En 1763-64 José Florensa y Pons intentó unir Madrid con Murcia y Cartagena, con vehículos de cuatro ruedas pero fracasó. En este siglo XVIII los viajes esporádicos los realizaran carros y carretas de carga o los arrieros. A ellos se sumarán algunos viajeros, previó pago por el servicio que duraba de ocho a diez días. Ya en el siglo XIX el trayecto para viajeros, con diligencia, se reducirá a unos tres días.

    La galera de Tomás Rico sabemos que hacía el recorrido ya en 1834. La ruta se la disputaban con la galera de Fulgencio Inglés y José Botella, instalados en la Calle Nueva de San Miguel en 1835. Sus salidas no eran regulares, por lo que anunciaban su salida. Un tercer competidor era Joaquín Gómez, con sede en el parador de Campo-Hermoso, callejón de Cortes. Aunque pasaban por Albacete, surgió algún empresario que realizaba la ruta Murcia-Albacete. Es el caso de la diligencia instalada en la calle Trinquete, desde 1836. Anunciaba sus salidas los viernes a las cuatro de la mañana "para que los malos caminos se pasen de día y llegue a Albacete antes que la de Madrid". Meses después cambiaría su salida a los lunes. El precio del asiento era de 110 reales, pudiendo llevar cada pasajero una arroba de peso.