Cinco años de ilusión y veinticinco de vana espera es lo que supuso el 'tranvía al Verdolay'. En  1896 se inauguraba el primer tranvía de Murcia, por cierto, cuatro después que el de Cartagena. Pero en realidad la primera línea que se puso en circulación fue la de Alcantarilla y en 1898 entraba en servicio la de Espinardo, a la que siguió la de El Palmar. Aquellos primeros tranvías eran de 'motor de sangre' tirados por caballos. Después se intentó el vapor como fuerza motriz y, por último, se recurrió a la electricidad. En su expansión acabarían haciendo una fuerte competencia a las tartanas y las galeras, con las protestas de sus propietarios.

   En este avance de las comunicaciones entre la capital y las pedanías nació la necesidad de conectar Murcia con La Alberca por Algezares. Así, el 26 de abril de 1899 Luis Ibáñez Carreres solicitó la concesión de un tranvía de tracción animal y el 14 de junio el pleno del Ayuntamiento aprobaba la tramitación del proyecto que, evidentemente, se autorizó, ya que suponía una mejora en los medios de comunicación con las pedanías. Dio comienzo la búsqueda de inversores que compraran tramos de calles, caminos y carreteras.  La idea prendió rápidamente debido al mal estado que padecían los caminos de Algezares y La Alberca. Se instaló la vía precisa en las calles de Floridablanca, Caballero y Formalidad, pero llegó un momento en que la falta de liquidez frenó el proyecto. Cuando años más tarde, en mayo de 1904, la compañía termina vendiendo estos tramos de calle al Ayuntamiento, por 656 pesetas, a la ilusión le sucedió el desengaño. Por otra parte, la compañía había cambiado de manos y las inversiones las realizaba en la preparación de las futuras líneas con electricidad.

   En 1924 todavía era noticia el hecho y el diario 'El Liberal' escribía al respecto:  "Es una noticia que esperan largos años los vecinos de La Alberca, Santo Ángel y Verdolay. Esas esperanzas deben desvanecerse de una vez y los que hicieron el primo contribuyendo a la adquisición de terrenos en los que habían de establecerse los raíles, distribuirse la tierra adquirida para cultivar patatas o melones. Ha de repararse la burla y hacer desaparecer el inicio de los raíles que desde el camino de El Palmar se introduce en el de Santa Catalina". En 1929, cuando ya languidecía el tranvía de Murcia, todavía se pedía que se llevara a cabo el viejo proyecto, incluso se hablaba del tranvía a La Ñora y Guadalupe, solicitado en 1910. 

   Pues bien, en marzo de 1929 fenecían los tranvías murcianos, vendiéndose los vagones en buen estado a la compañía de tranvías de Cartagena que aún continuaron dando servicio otras tres décadas. Oscuros intereses acabaron con el servicio, aunque hay que reconocer que los primitivos autobuses contribuyeron lo suyo a darle la puntilla. De hecho, se extendieron rápidamente; ya en 1925 existía la línea de Algezares a Murcia. Eran dos automóviles omnibus Berliet de 22 asientos prestados por Andrés Alemán Alemán. También La Alberca  comenzó a disfrutar de este servicio brindado por Mariano José Velasco Garre.