San Juan de Jerusalén (1244 ¿ 1851)

El apoyo y ayuda a los desfavorecidos fue el motor que movía a los caballeros de esta Orden que también incluía entre sus tareas la educación.  Los antecedentes que con el tiempo dieron paso a su fundación fueron los mercaderes de Amalfi que a mediados del siglo XI fundaron un hospital para peregrinos en Jerusalén, pero el nacimiento oficial de la Orden, bajo la advocación de San Juan Bautista,  tuvo lugar en 1113.  Utilizaban como emblema la cruz blanca de ocho puntas en memoria a las ocho bienaventuranzas.  Según sus estatutos, estos monjes-guerreros debían tener noble linaje, complexión robusta y hacer votos de pobreza, castidad y obediencia.

Por lo que respecta a Murcia, en 1248 la Orden recibió la iglesia de San Juan y algunos heredamientos situados en la huerta. También se le donó Archena en 1244 y Calasparra en 1289.  Pero en España el ideal de la Orden no fueron las campañas bélicas ¿casi siempre en manos de Templarios y Santiaguistas- sino las empresas colonizadoras, es decir, de repoblación de los territorios reconquistados.  En 1291 el comendador Fernan Pérez obtuvo en Murcia casa, venta y la propiedad de la corona de Abenazarcen. Avanzando en el tiempo, ya a mediados del siglo XV, compraron 300 tahúllas de riego en la huerta de Murcia a un tal Fernán Núñez, por cierto, copero mayor del rey Sancho IV; también le cambiaron tierras de Murcia por otras que la Orden poseía en Sigüenza.  Todas estas posesiones en la capital o su entorno eran administradas desde su sede en Calasparra.

 Sin embargo, Archena fue la primera cesión que recibió la Orden en el reino de Murcia, siéndole otorgada por el Infante Alfonso X cuando estaba en Lorca el 15 de junio de 1244.  Pese a la conversión obligatoria de 1501, en 1515 el comendador de la Orden, García Bermúdez, seguía cobrando a la población de Archena los mismos impuestos que cuando su población era mora; por ello, el Concejo inició un pleito contra la Orden con el propósito de liberarse de ciertos pagos.  Durante este siglo la localidad contaba con unos cien vecinos (1579), siendo propiedad de los monjes el molino harinero, el horno de pan, iglesia, venta, algún cortijo y diversos bancales, además del balneario.  Era Archena en aquél momento una especie de sub-encomienda de Calasparra. 

Durante el siglo XVII las propiedades de la Orden habían aumentado aún más ya que poseían gran parte de La Algaida, 20 tahúllas en Los Baños y numerosas tahúllas en las huertas y tierras de secano.  Además era suyo el molino harinero y otro de ¿hacer arroz¿ , , posesiones que parecen mantenerse durante el siglo XVIII.  Para 1818 su riqueza estaba valorada en poco más de 286.000 reales y desaparecerían de la localidad a mediados del S. XIX.

La villa de Calasparra se hallaba prácticamente despoblada cuando fue concedida a la Orden de San Juan, de manera que durante los siglos XIII y XIV sus rentas eran casi nulas.  Hay que aguardar a 1412 para que se asienten en sus tierras cincuenta familias que comienzan a generar cierta riqueza y permiten a la Orden percibir diezmos, portazgos, veintena y aprovechar los ingresos del horno y el molino.  El comendador de aquellos años, Gonzalo de Saavedra impartía justicia y controlaba los aspectos económicos, políticos y religiosos con un férreo control de la población a pesar de que residía en Murcia desde 1409 (en 1445 todavía seguía ostentando el cargo).  En 1530 el número de familias había aumentado a 224 aunque la mayoría eran pobres. El edificio de la Encomienda sirvió como cárcel, tiempo después, y luego, pósito de granos, albergando hoy día un museo.