Ibn Mardanis (1147-1172)
Marca el inicio de la mayor época de apogeo de Murcia en toda su historia. Fueron nueve décadas consideradas como ¿el siglo de oro¿ murciano que alcanzarían casi hasta el momento en el que hubo de rendirse vasallaje a Fernando III. La presión cristiana y las sucesivas conquistas produjeron cierta emigración hacia Murcia que fue favoreciendo diversos aspectos, no solo demográficos.
Muhammad ben Sad Ibn Mardanish, el Rey Lobo, sucedió en 1147 a Abeniyad y se declaró vasallo de Alfonso VII de Castilla para poder frenar los embates almohades. Este guerrero y agricultor, curtido al sol mediterráneo e investido de una fuerza explosiva y una energía arrolladora, fue capaz de gobernar grandes extensiones del enorme territorio de Al-Andalus desde la propia Murcia y, en un período tan convulso, lo hizo durante un cuarto de siglo.
Pero el enemigo no siempre portaba una cruz por emblema; a partir de 1157, cuando Mardanis llevaba diez años en el poder fueron los almohades quienes lo acorralaron ocupando Almería. Sin embargo, nuestro Rey Lobo (Lope) se rehizo en 1159 y tomó Jaén, Baza, Úbeda atacando incluso Córdoba y Sevilla; y, en apenas un año más, se atreve con la mismísima Granada ganándola, pero en 1165 los almohades se le enfrentan de nuevo y lo hacen por sus propias tierras murcianas. La batalla decisiva se libró en Alhama; el rey no consiguió frenar las tropas enemigas y éstas saquearon los alrededores de Murcia incluida la fortaleza de Mardanis en Monteagudo. El cronista de aquella terrible batalla fue Ibn Sahib al-Sala quien relata cómo Ibn Mardanis salió de Murcia con sus huestes para enfrentarse a los hermanos de Yusuf I: Umar y Utman, que estaban en Lorca. El encuentro bélico tuvo lugar al anochecer del 15 de octubre de 1165 en Fahs al-Yallab. Ibn Mardanis luchó con arrojo y decisión pero no logró frenar al enemigo que llegó hasta las puertas de Murcia devastando la huerta.