Años convulsos

   Desde la crisis del año 1917 hasta la dictadura de Primo de Rivera, se agudizaron todos los problemas, sobre todo en los aspectos de orden social y militar. En el orden social, la inesperada acumulación de beneficios, consecuente al comercio con los países beligerantes, produjo una continua elevación de los precios, que superó con creces a la de los salarios. La fracción organizada de la clase obrera tomó conciencia de clase, en torno a las organizaciones sindicales UGT y CNT. La carestía de la vida afectaba, en igual medida, a los miembros de las Fuerzas Armadas, que, por otra parte, estaban enfrentados por cuestiones corporativistas. Los cuerpos de Infantería y Caballería exigían que los ascensos se promovieran por méritos de guerra, y el resto de los cuerpos eran partidario de la llamada ''escala cerrada'', que propiciaba los ascensos por antigüedad y no por méritos de difícil valoración.

   El estamento militar, con la aquiescencia del Rey, tomaba cada vez más influencia en el Gobierno, mientras que los enfrentamientos entre los sindicatos y la patronal se hacían cada vez más enconados. A las posturas radicalizadas de las organizaciones obreras, la patronal reaccionó creando el somatén, produciéndose una escalada terrorista por ambas partes. Mientras la Nación debatía en una espiral de convulsiones sociales, huelgas y enfrentamientos políticos, el Ejército, mal pertrechado y falto de moral, se enfrentaba a la ardua tarea de pacificación y ocupación del norte de Marruecos, entre Larache y Melilla. Pero ni política, ni financiera, ni militarmente la Nación estaba preparada para la ocupación del territorio, y en el mes de julio de 1921 el ejército español de Marruecos fue aniquilado en Annual. Doce mil hombres perecieron en aquel desastre, poniéndose en tela de juicio la oportunidad de la política colonial española.

    La dictadura de Primo de Rivera

    El 15 de septiembre de 1923, el rey Alfonso XIII nombra al general Primo de Rivera presidente del Directorio Militar y encargado del gobierno de la Nación. Los militares africanistas, la Iglesia y la Aristocracia apoyaron el nuevo orden instituido. El General proclama el ''estado de guerra'' en todas las provincias, siendo sustituidos los gobernadores civiles por gobernadores militares. Todo parecía indicar que Primo de Rivera pretendía la creación de un sistema similar al fascista italiano, con la creación del partido Unión Patriótica de corte nacional-católico.

   En estos años, la Guerra de Marruecos pesaba como una losa en la economía y la conciencia de los españoles. Las opiniones favorables al abandono de las campañas eran cada vez más numerosas, además de ser la principal causa de enfrentamiento dentro del estamento militar, entre africanistas y junteros, y la principal causa del sentimiento antimilitarista de la población. El general Primo de Rivera se llegó a plantear el abandono del territorio marroquí, opción que contaba con el apoyo de los militares junteros, los partidos de izquierdas y las organizaciones sindicales. Sin embargo, tuvo que dar marcha atrás, puesto que hubo de enfrentarse a la oposición frontal de los militares africanistas, partidarios de una ofensiva militar que ocupase a viva fuerza los territorios del protectorado español en Marruecos.

   Primo de Rivera tuvo una serie de enfrentamientos con oficiales del Tercio, sobre todo, a raíz de la publicación en la revista de Tropas Coloniales, a instancias del general Queipo de Llano, de un artículo del, entonces, teniente coronel Francisco Franco Bahamonde, donde exigía una inmediata ofensiva contra el líder rifeño Abd el Krim. Felizmente, la pacificación del territorio vino de la mano de una alianza coyuntural con Francia. En abril de 1925, con motivo de la ofensiva que lanzó Abd el Krim contra la zona del protectorado francés en Marruecos, España se vio obligada a cooperar con Francia, efectuándose un desembarco de tropas frente al peñón de Alhucemas, operación que concluyó con éxito y produjo dos efectos de capital trascendencia: quedó pacificado el territorio marroquí, y el general Primo de Rivera recuperó su prestigio ante el país y ante los militares africanistas.

   La dictadura de Primo de Rivera: Política interna

   Una vez solucionado el problema de Marruecos, la nueva orientación política se inclinó más a la creación de nuevas instituciones que al retorno a la legalidad constitucional de 1876. El país vivió unos años de estabilidad social y se liberó de la carga financiera que suponía la guerra de Marruecos. El Régimen, recurriendo a empréstitos y favorecido por el auge económico mundial, previo al crack de 1929, desarrolló una política populista, consistente en el desarrollo de grandes obras públicas que proporcionaron trabajo a amplios sectores de la población. De esta manera, se mejoró la red de carreteras; se amplió y modernizó la red ferroviaria; la producción de energía hidroeléctrica recibió un importante impulso; se trató de elevar la producción agraria, mediante la realización de importantes obras hidráulicas, medida que no tuvo éxito al permanecer inalterable la estructura de la propiedad del campo, y se crearon lo primeros monopolios como Tabacalera, Telefónica y CAMPSA. De especial interés para Cartagena fue el proyecto de trasvase del Taibilla, para abastecer de agua a la base naval, a la población y a las calderas de los modernos buques de guerra.