Los acorazados

   La Historia de la defensa costera está íntimamente ligada a la evolución histórica del buque acorazado y también a la secular pugna entre la coraza y el cañón. El acorazado llegó a ser el auténtico rey de los mares y el poder naval de cualquier potencia se medía por el número de estos buques que tuviese su flota. Su aparición tuvo lugar en la Guerra de Crimea y sus últimas intervenciones en la II Guerra Mundial, sufriendo grandes transformaciones en este período de tiempo (casi un siglo). Transformaciones que experimentó también, en paralelo, la artillería de costa. Esta evolución se evidencia en las 5.600 t. de La Gloire, a las 72.800 de El Yamato que, respectivamente, lanzaban proyectiles de 38 y 1.500 kg. A mediados del siglo XIX los acorazados eran buques convencionales de madera, protegidos con blindajes de hierro, que los hacía invulnerables a los proyectiles de la época.

   Coraza vs cañón

   El éxito que comenzó a tener la coraza frente al cañón fue incuestionable hasta la aparición de la granada explosiva y, sobre todo, tras la invención de la cofia por parte de Makaroff, a finales del siglo XIX. A este tipo de proyectiles con cofia se les denominó granadas perforantes. La coraza, ante estos progresos, se fue fortaleciendo mediante el aumento de sus espesores primero, y por tratamientos a base de aleaciones y cementos, que endurecían su cara exterior, después.

   El cañón, por otro lado, fue mejorando sus características de precisión, capacidad de perforación y efectos destructores. De este modo, se adoptó el rayado de las ánimas; se aumentó la potencia de las cargas de proyección; se sustituyó, para la fabricación de las piezas, el hierro forjado por el hierro colado, y el bronce por el acero fundido. La pólvora negra se sustituyó por pólvoras sin humo, a base de nitrocelulosa y nitroglicerina. La carga de proyectiles que, inicialmente también era pólvora negra, se fue sustituyendo por explosivos de mayor potencia, como la piroxilina, la picrinita y otros, incluso, más enérgicos.

   Los progresos técnicos en la fabricación de la artillería, que se hicieron evidentes a raíz de la Guerra Franco-Prusiana (1870), hizo que la coraza se tuviese que relegar a las partes  más vitales del buque, como la línea de flotación, la artillería y las máquinas y el Gobierno, ante la imposibilidad de poder aumentar porcentualmente el tonelaje dedicado a la protección, desarrolló dos soluciones: renunciar a la cintura completa, conservando el reducto central, como en caso del Duilio y el Inflexible (1876); y renunciar al reducto central, conservando la cintura completa, como el Amiral Duperre (1879). Las características generales de los acorazados del siglo XIX consistían en: poseer un sólido armamento de mediano calibre en el centro, en casamatas o torres, y dos o cuatro cañones de grueso calibre (305 mm). Genéricamente, a estos buques se los denominó pre-dreadnoughts. Ejemplo de ellos son los franceses Condorcet, Diderot y Voltaire.

   Acorazados: El Dreadnought

   El año 1905 marca un cambio radical en la concepción del acorazado con la aparición del Dreadnought. Este buque, ideado por el almirante Lord Fisher, tenía como principal innovación la adopción de un calibre único, equivalente al máximo de los calibres existentes en la época, lo que le permitía un fuego eficaz a mucha mayor distancia de combate, que la admitida hasta entonces, y de una velocidad notablemente superior a la máxima de los acorazados de su tiempo.

   El dreadnought iba armado con 10 cañones de 305 milímetros en cinco torres dobles y 20 piezas de 76 milímetros, exclusivamente dedicadas a la acción antitorpedera. La protección pasiva estaba constituida por una cintura completa elevada (como el Amiral Duperre), de 280 mm de acero krupp cementado, y barbetas que descendían hasta ella para proteger el municionamiento de las torres. Para hacer frente al peligro de las explosiones submarinas, el buque llevaba una compartimentación cuidadosamente estudiada. Como innovación en la propulsión se montaron turbinas en lugar de máquinas alternativas, lo que le permitió que con un desplazamiento de 17.900 t. pudiese alcanzar una velocidad de 20 nudos.

   El prototipo dreadnought fue el modelo que adoptaron todas las naciones para construir sus acorazados. Desde 1905 hasta 1914, en que comienza la I Guerra Mundial, las potencias inician una impresionante carrera armamentística. En ese período construyeron más de un centenar de buques acorazados, en los que paulatinamente se iban aumentando sus desplazamientos y el calibre de la artillería. De esta manera, Inglaterra botó en 1912 el Iron Duke, de 26.250 t y 10 piezas de 343 mm, y en 1914 el Queen Elizabeth de 30.000 t y 8 piezas de 381 mm.; Alemania, en 1908, el Nassau, de 18.900 t y 12 piezas de 280 mm, y el Koening, en 1913, de 24.700 t y 10 piezas de 305 mm.; Francia construyó en 1913 el Bretagne, de 23.182 t y 10 piezas de 340 mm. e Italia el Dante Alighieri (1911), de 19.969 t y 13 piezas de 305 mm, y el Andrea Doria, en 1913, que desplazaba 21.554 t y poseía un armamento idéntico al anterior. Por su parte, Estados Unidos construyó los mayores acorazados, previos a la I Guerra Mundial, como el New Mexico, que tenía un desplazamiento de 27.500 t y armaba 10 piezas de 356 mm.

   El primer buque acorazado que poseyó España fue la fragata Numancia, construida en el año 1863. Éste ha sido uno de los buques más emblemáticos que ha tenido la Nación. Fue el primero de sus características; que dio la vuelta al mundo y participó activamente en la guerra Hispano-Americana de 1865, efectuando bombardeos en Valparaíso y El Callao, siendo también el buque insignia de la Armada Federalista en la revolución cantonal de 1873. En el año 1887 se botó el Pelayo que, con un desplazamiento de 9 950 t y una artillería principal de 320 mm, fue el primer acorazado moderno que alistó la Armada española.

   Los acorazados españoles tipo dreadnought: España, Alfonso XIII y Jaime I, construidos con arreglo a la Ley Ferrándiz de 1908, fueron construidos en El Ferrol, entre 1912 y 1914. Se caracterizaron por tener un desplazamiento de 15.700 t, una velocidad media de 19,5 nudos; 8 piezas en la artillería principal, distribuidas en cuatro torres dobles de 305 mm; protección de 200 a 100 mm en cintura y 200 mm en las torres, y artillería antitorpedera compuesta por 20 piezas de 101 mm. Los tipo España fueron los acorazados más pequeños del mundo. Su construcción, llevada por un concepto de economía mal entendida, propició que sus características fuesen inferiores a las de los dreadnoughts de su época, como el Iron Duque. Hubiese sido mucho más productivo haber construido solamente dos unidades del tipo Iron Duke, que tres del tipo español descrito.