El gusano de seda, Bombyx mori L, es un insecto perteneciente al orden de los lepidópteros, suborden heteróceros heteróceros, familia bombicidos, género Bombyx y especie mori.

Este insecto, en una de sus fases de metamorfosis, expulsa unos finísimos hilos de seda con los que construye capullos y en cuyo interior permanece un período hasta transformarse en mariposa. De este tipo de insectos, solo un reducido número son aprovechables para la producción de la seda ya que otros fabrican seda salvaje y su crianza no resulta rentable. Por ser de metamorfosis completa, su ciclo biológico abarca cuatro fases: huevo, larva, crisálida y mariposa. A los huevecillos se les da, en Murcia, el nombre de semilla o simiente del gusano de seda.

La mariposa tiene la única misión de perpetuar la especie ya que, a las pocas horas de salir del capullo, la hembra pone de 400 a 500 huevecillos y poco después muere. Los huevos o semillas del gusano de seda, tienen una forma ligeramente lenticular, alrededor de un milímetro de diámetro y varían de color conforme van creciendo.

La larva o gusano es la segunda fase de este insecto. Su forma es alargada y está cubierto en sus primeros días de pelos negros que van desapareciendo a medida que el insecto se desarrolla. Cuando sale del cascarón, la larva mide unos tres milímetros y su peso es de medio milígramo. Al final de su estado como gusano, puede llegar a tener unos ocho o nueve centímetros y unos cinco gramos de peso.

El gusano tiene a lo largo de su corta vida un ávido apetito, sobre todo en las dos últimas fases, lo que explica su rápido crecimiento. Este vertiginoso desarrollo implica el cambio de piel o muda, en la que deja de comer y queda inmóviles, con la parte anterior del cuerpo levantada y la posterior sujeta a una hoja con hebras de seda. Es lo que los huertanos en Murcia llamaban dormida. Los gusanos pasan cuatro dormidas y, puesto que se llama “edad” al intervalo entre dormidas, cinco edades.

La primera edad, el período que va desde el nacimiento hasta la primera muda, dura de cinco a seis días. La segunda edad tiene una duración de cuatro a cinco días y la tercera dura seis o siete días. La cuarta edad o “freza menor”, desde la tercera a la cuarta muda, dura entre siete u ocho días. La “freza mayor”, desde la cuarta muda hasta la formación del capullo, tiene una duración de unos ocho o nueve días. Una vez realizadas las cuatro mudas, y alcanzado su tamaño máximo, el gusano deja de comer, su cuerpo adopta una tonalidad casi transparente y empieza a hacer el capullo. Para ello, busca un lugar adecuado, comprime su cuerpo y deja salir la baba sedosa, que, al contacto con el aire se solidifica, constituyendo la hebra o hilo de seda. Una vez fijos los primeros hilos, forma una especie de red irregular, en cuyo interior el gusano va tejiendo sin descanso su capullo de seda. Finalmente, la pared del capullo se hace más gruesa, ocultando por completo a la larva, que continúa encorvada fabricando el capullo, hasta agotar su provisión de materia serígena. Comienza entonces la metamorfosis, la transformación de la larva en mariposa, pasando por el estado intermedio de crisálida.

En la crisálida, se distinguen ya los ojos y antenas de la futura mariposa, así como las patas y alas, que están replegadas y adosadas al cuerpo, ocupando el mínimo espacio.

La pared o corteza del capullo endurecida, que constituye la parte aprovechable, está revestida interiormente por una película sedosa más fina, y al exterior por una especie de borra o seda floja. Todo el capullo está constituido por una sola hebra, cuya longitud oscila entre los setecientos metros y el kilómetro y medio.

En unos veinte días acaba la transformación de los órganos internos y el insecto realiza su última muda, para salir del capullo. Para ello, dilata y contrae el abdomen, luego hincha el tórax y vomita un líquido, con el que moja el capullo en un extremo, reblandeciendo la capa sedosa y abriéndose paso hacia el exterior. Poco después de la salida del capullo, las mariposas de ambos sexos se aparean y las hembras ponen unos quinientos huevecillos, depositándolos uno a uno, sin amontonarlos, quedando adheridos a la superficie donde se han alojado.

Para obtener la seda, el ciclo vital del insecto ha de romperse cuando llega a crisálida, para evitar la perforación del capullo.

De ahí la necesidad de “ahogar” los capullos para impedir la salida de la mariposa. Solamente se deja proseguir su desarrollo hasta llegar a mariposa a las crianzas destinadas a la obtención de semilla.

Existe una enorme variedad de gusanos de seda, que se distinguen por su propia fisionomía y por otros caracteres como el color de los capullos (blancos, amarillos o rosados) y su forma o tamaño. El rendimiento de la seda y su calidad es otra característica a tener en cuenta. Hay razas adecuadas para la hilandería y otras especialmente aptas para obtener hijuela (González, 2002, pp. 39-53).