Entre 1530 y 1560 se construirían la mayor parte de las parroquias murcianas. Si tomamos el edificio parroquial como medida de la evolución social del territorio, podemos entender que esta segunda mitad del XVI fue para Murcia el inicio de épocas de prosperidad que dejaban atrás la inseguridad del medievo previo a la conquista de Granada. Sólo las zonas de campo y costa seguirían siendo ámbitos inestables por los ataques corsarios y piratas.

Si bien los años mencionados son una pinza temporal en la que se pueden incluir algunos ejemplos del gótico tardío, el siglo XVI para otros territorios europeos era claramente la irrupción de una vuelta meditada a las formas clásicas, tanto en los aspectos más llamativos de la decoración como en la distribución en planta de los edificios. Además, surgen los nombres de muchos maestros mayores o arquitectos que personalizan la edilicia, en contraste con el anonimato de los artesanos liberales, los alarifes o las agrupaciones gremiales.

Debemos tener en cuenta también la particularidad del Renacimiento español, su particular modo de atreverse a seguir los planteamientos del quatroccento y el cinquencento italiano. La España renacentista es la de los Austrias en sus comienzos, ejemplos como el Monasterio de la Encarnación de Madrid o El Escorial nos dan la medida de lo que se entendería en la península por Renacimiento. Vuelta a los cánones clásicos, recuperación de entablamentos y columnaria, pero mezcolanza con las técnicas medievales heredadas y gran austeridad en la utilización de los elementos constructivos que son también decorativos.

Los sistemas constructivos de este período en Murcia ahondaban  en las técnicas medievales, aún se usaría el tapial en muchos edificios, iglesias como la de San Onofre de Alguazas o San Bartolomé de Ricote (es de ULEA?) mantendrían planos de naves únicas con arcadas, siguiendo ejemplos levantinos y andaluces, y sus cubiertas tendrían que ser de madera en lugar de grandes crucerías. Pero edificios en pueblos más relevantes como Cehegín, Caravaca o Jumilla, podrían plantearse el uso de sillería y mayor altura con bóvedas de crucería o medio punto. La sociedad murciana de esta época sigue siendo un territorio que se construye lentamente y que aún debe mucho a su pasado islámico; lo que la historiografía dio en llamar mudéjar, propio de una sociedad aún musulmana en territorio cristiano, tiene su representación en Murcia.

Mirando los edificios renacentistas de la Region encontramos ejemplos destacables en su territorio. La iglesia del Salvador de Caravaca, la de Santiago de Jumilla, la de La Asunción de Moratalla y la de Yecla, y dos grandes proyectos, San Patricio de Lorca y la Catedral de Santa María de Murcia. No estamos ante un Renacimiento a la italiana, sino ante una mezcolanza de géneros, gótico o ibérico, en el que se abre paso el estilismo que ciertos maestros de fábrica traen a Murcia, conocedores de los nuevos aires de la edilicia en Europa, sobre todo la italiana.

Cubiertas con bóvedas de crucería o más adornadas como las de casetones, pilares compuestos y capiteles jónicos, óculos y plantas columnarias; y en los grandes edificios como el catedralicio proyectos meditados donde la escultura en piedra con desarrollos manieristas o capillas tan originales como la de Junterones, dejan claro que Murcia vivió su particular renacimiento. Un renacimiento que tiene ciertas particularidades, propias del territorio ibérico y especialmente del sureste, como son las cubiertas de carpintería de lo blanco, carpintería típicamente ibérica que unió a una tradición probablemente medieval y muy antigua las decoraciones renacentistas manieristas, como así lo demuestran las cubiertas de San Onofre de Alguazas o la Concepción de Cehegín.

Los edificios civiles también tienen sus ejemplos en este clasicismo renacentista murciano, la Casa de la Encomienda de Ricote, la Casa de Alarcos de Yecla, o de Lorca su Concejo o el Pósito de los Panaderos y el edificio consistorial de Jumilla, ejemplos todos muy relacionados, sobre todo en sus fachadas originales, con el nuevo estilo que se prolongaría hasta un siglo XVII que, formalmente, desde el punto de vista estético no sería renacentista en otros lugares.

La recuperación de cánones vitruvianos, de los modelos que arrancan de los ejemplos greco-romanos, y que en Murcia se pueden distinguir por ejemplo en columnas, entablamentos y disposición de bóvedas, tienen en sus maestros de fábrica o arquitectos jefes a sus principales proyectistas. Las fuentes escritas nos han dado a conocer algunos de estos nombres, la arquitectura, como disciplina, seguía estando basada en el oficio bien conocido de algunos maestros que, no solo trazaban en un papel, sino que aprendían oficios como el de cantero o escultor. De entre los nombres de la época destacan los de Jacopo Florentino o Jerónimo Quijano, ambos trabajarían en la catedral de Murcia y, en el caso de Quijano, sería también responsable de otros proyectos como el de San Patricio de Lorca.