Si bien la arquitectura tiene unos ejemplos interesantes en el territorio murciano, las artes escultórica y pictórica no tendrían el mismo nivel ni de producción ni de evolución estilística. A excepción de la escultura unida a proyectos arquitectónicos, escultura decorativa, la de bulto redondo ofrece muy pocos ejemplos, casi todos ellos en soporte lígneo. Debemos tener en cuenta que en muchos casos las obras han desaparecido con el pasar de los siglos y capítulos iconoclastas de nuestra historia.

     En el caso de la escultura de bulto redondo una primera referencia es el completo conjunto del retablo de la iglesia de Santiago de Jumilla, de los hermanos Ayala, contratada en 1582, uno de los pocos retablos que el renacimiento obró en Murcia y que se pueden admirar. Se trata de una obra donde el diseño arquitectónico prima, pues la escultura de bulto redondo debe alojarse en hornacinas columnadas y separadas con entablamentos de clara inspiración clásica. Las esculturas aprovechan del nuevo clasicismo la libertad de composición en posturas y gestos si bien aún están condicionadas por cierto hieratismo de siglos anteriores, muy lejano a las nuevas tendencias tan populares de la cuna italiana del Renacimiento.

     Como hemos dicho hay pocos ejemplos de escultura en Murcia que corresponda a los siglos renacentistas, pero en el municipio de Ojós, en el año 2005 se recuperaron dos obras muy llamativas que se fechan en el último tercio del XVI y que nos muestran la curiosa pervivencia de una estética algo involucionista en fechas posteriores al labrado de las obras, podríamos decir vanguardistas, de Quijano en la catedral.

     Las imágenes de los santos Felipe y Santiago, dos piezas de madera policromada, se encontraban expuestas en uno de los lados del crucero del templo parroquial de Ojos. Se han atribuido a los hermanos Ayala, que en torno a 1566 estaban realizando el retablo de Santa Catalina de Yecla y en 1567 uno de ellos, Francisco, tallaba un Santiago para la iglesia de Pliego. No extraña a los historiadores y técnicos que los Ayala se encargaran también de realizar estas dos piezas, próximas a su estilismo y a la cronología en la que trabajan los Ayala, que tantos encargos hicieran para la orden de Santiago. Las dos piezas podrían haber formado parte de un conjunto retablístico.

     Sin embargo, la estética de estas dos piezas parece algo más tosca que las de las obras de los Ayala. Llaman la atención la desproporción de manos y pies, así como la disposición de las orejas, sin olvidar el hieratismo de unos rostros que no parecen expresar emoción alguna.

     Conocemos los nombres de algunos escultores renacentistas de finales del siglo XVI que dejaron obras en Murcia de cierta relevancia, perdidas o destruidas, en todo caso olvidadas. De las aún existentes podemos citar una obra de Bocanegra, que deja en Lorca los relieves del Pósito del Pan, otra de Hernando de Torquemada, con sus alegorías angélicas en el Almudí de Murcia, y las de Pérez de Arta y Salazar que trabajarían en la conclusión de la Capilla de Junterón.

Sacra Cantero Mancebo