Debemos entender por planteamientos renacentistas en la arquitectura local murciana una serie de disposiciones en planta y detalles decorativos que responden a un nuevo gusto por el clasicismo. Si el gótico supuso para el arte un desarrollo en altura de volúmenes que estaban sujetos al deber técnico de sostener grandes alturas, el renacimiento alivió el condicionamiento técnico y la filosofía de la geometría de la luz por una recuperación de los valores clásicos asentados sobre la filosofía neoplatónica. Esto último se traduce en la recuperación de cánones vitruvianos, de los modelos que arrancan de los ejemplos greco-romanos y que en Murcia se pueden distinguir por ejemplo en columnas, entablamentos y disposición de bóvedas.

     Es habitual decir que Murcia es eminentemente barroca, sus ejemplos góticos son casi testimoniales y los ejemplos renacentistas escasean pero, en el último caso, la escasez se debe, entre otras cosas, a la destrucción de muchas obras y a la reforma barroca de muchos edificios. Pese a todo en la Región hubo una arquitectura del Renacimiento e incluso unos principios que podrían seguir manteniéndose en los dorados siglos del Barroco.

     Es la arquitectura religiosa la que nos ofrece mayor número de construcciones renacentistas en Murcia. Algunos de los templos murcianos responden a una nueva concepción artística que, en ocasiones, pervive junto a los escasos ejemplos góticos. Este es el caso de la Iglesia de Santiago en Jumilla, obra gótica en sus inicios y que entre 1520 y 1589 tiene una serie de ampliaciones que nos muestran nuevas concepciones de diseño y decoración. Destaca de entre estas reformas la cabecera trilobulada, la cúpula y las bóvedas a modo de venera que se dispusieron, todo ello fruto de las disposiciones de Jerónimo Quijano, maestro mayor de la catedral y responsable de las obras diocesanas.

     Ejemplo también notable es el de la Iglesia del Salvador de Caravaca, con planteamientos de Martín de Homa y quizá del mencionado Quijano, remodelada en varias fases entre 1524 y 1595. Se trata de un templo en el que se planteó un modelo columnario para separar la nave principal de las laterales. Columnas de gran alzado, fustes estriados y capiteles jónicos que sustentan unas bóvedas de crucería con unos singulares dibujos en sus nervaduras que, si bien pueden recordar a las nervaduras góticas, se alejan de lo medieval a través de las arcadas de medio punto y el claro acento clasicista de los elementos de soporte y entablamentos.

     Otra de las iglesias columnarias y de planta salón de la Región se encuentra en Moratalla. El templo de Nuestra Señora de la Asunción se fabricó de nueva planta en 1521 y el planteamiento de estructura y decoración es muy similar a la del Salvador de Caravaca, con unas nervaduras en sus bóvedas de mayor gusto gótico y con la incorporación de algún detalle aún más clásico como la bóveda de casetones del coro.

     De nuevo la advocación de La Asunción, esta vez en Yecla, exhibe una mezcla de Gótico y Renacimiento singular, sobre todo por el diseño de formas renacentistas tan innovadoras como las cúpulas de casetones de planta circular o las de planta elíptica. La Asunción es una muestra de hasta dónde se mezclaban y confundían las viejas tradiciones góticas con los nuevos diseños venidos de Italia, todo un repertorio donde los arcos apuntados se mezclan con los casetones de una bóveda o las nervaduras de una bóveda de crucería.

     Mención especial merece la antigua Colegiata de San Patricio de Lorca, un templo motivado por la victoria de la Batalla de Los Alporchones en 1452, día de San Patricio. La batalla consiguió disminuir las continuas acometidas de las razzias moras procedentes de Granada al territorio lorquino y por ende al territorio murciano. El Concejo lorquino no olvidó tal día de victoria y quiso conmemorarlo, consiguiendo del papa Clemente VII una bula para poder construir una Colegial Insigne, una distinción que sin ser la catedralicia proporciona al templo una dignidad muy cercana a aquella.

     En San Patricio nuevamente encontramos el nombre de Quijano y damos con un concepto renacentista muy particular que aprovecha la posibilidad de construir de nueva planta un proyecto que reúne algunas de las características propias del momento artístico. Las formas clásicas se hacen presentes en el interior en los grandes pilares compuestos de capiteles compuestos, óculos y arcadas de medio punto que elevan la altura del templo para proporcionarle la dignidad que merece. Aunque las obras comenzaron en 1535 se prolongaron hasta 1710, por lo que la mezcla de estilos fue inevitable.

Sacra Cantero Mancebo