Queda establecido el período cronológico medieval entre los siglos V y XV, si bien siempre quedan matizaciones en torno a los siglos concretos de su comienzo ya que, aunque tradicionalmente la caída de Roma se fija en el año 476 existe el período conocido como Antigüedad Tardía que cubriría los siglos III y VIII. En todo caso es clara la transición entre la sociedad antigua clásica y la medieval, con una serie de cambios políticos, sociales y económicos que conformarían un nuevo modelo de vida y la creación de los límites entre lo occidental y oriental, que irían marcándose aún más con el pasar de los siglos.

     El contexto histórico de la Región de Murcia desde la Tardoantigüedad hasta la invasión visigoda es complejo. Son siglos de fluctuaciones económicas y por tanto de reparto demográfico del territorio, de invasiones de pueblos germanos, de cambios políticos profundos, y progresiva alteración de los valores en la sociedad. Como siempre estos hechos repercutirían directamente en las expresiones artísticas.

     A pesar de la crisis del siglo III y su repercusión en el desarrollo de la sociedad, con el abandono progresivo de urbes como la de Carthago y establecimiento de la población en lugares altos y fortificados como Begastri, La Almagra o el Cerro del Castillo de Lorca, el siglo IV en Murcia es de un florecimiento económico, momento en el que la industria de la salazón gozaría de un gran impulso y permitiría una recuperación poblacional importante. Sin embargo el panorama de desarrollo arquitectónico cambiaría radicalmente. Los edificios públicos como los de la urbe de Carthago no se recuperarían del abandono progresivo comenzado el siglo anterior y la arquitectura local rural vería un importante desarrollo. Y es en el contexto privado donde los elementos artísticos, aunque sean de meras artes menores o domésticas, fluyen en los descubrimientos arqueológicos murcianos.

     Carthago y el territorio murciano viven acontecimientos muy concretos que ven alterada su vida política y social. Las invasiones bárbaras de la Península en el siglo V harían que los alanos saquearan Carthago y obligaran al emperador Honorio a hacer pactos de federación, quizá en la creencia de que su estancia sería eventual. Sin embargo los pueblos germanos se asentaron e incluso fueron, de alguna manera, absorbidos por la población hispanorromana. Pero los continuos pactos de Roma con los visigodos propiciaron que éstos se establecieran definitivamente en Hispania en el año 476.

     En el 588 el Imperio Bizantino, con intenciones de recuperar los antiguos territorios imperiales romanos, entra en Carthago y funda la provincia de Carthago Spartaria. Parte del territorio murciano sería por entonces bizantino. Pero la ocupación de Bizancio iría concluyendo a partir de la segunda mitad del siglo VI siendo territorio plenamente visigodo de nuevo en el VII.

     Debemos atender a esta situación de continuos cambios políticos y religiosos, de invasiones de pueblos germanos en territorios romanizados y cristianos, de intentos de recuperación de territorios desde nuevos imperios orientales, de establecimiento de reinos visigodos, de encuentro entre sociedades de distinta tradición y procedencia. Todo un marco de inestabilidad que tiene su claro reflejo en una historia plástica fragmentada y escasa que aún hoy día los arqueólogos tratan de reconstruir con progresivos hallazgos y establecimiento de secuencias cronológicas.

Sacra Cantero Mancebo