El debate acerca de la conveniencia del descanso dominical de los periodistas murcianos se remonta a principios del siglo XX. En esta época era costumbre que la prensa no se editara los lunes. Sin embargo, el 30 de julio de 1902 apareció El Liberal, diario que desde su nacimiento se puso a la venta de lunes a domingo. En un primer momento esta novedad no llamó la atención de los restantes periódicos de la ciudad.

     A principios de marzo de 1903 vio la luz el periódico católico La Verdad. La primera campaña de esta publicación consistió en atacar a El Liberal por no respetar el descanso dominical. Las críticas, sustentadas en motivos religiosos, motivaron que José Martínez Tornel, decano de la prensa local, citara el 27 de marzo a los directores de los diarios murcianos para celebrar una reunión que tendría lugar en su despacho de la calle Platería. A este encuentro acudieron los dirigentes de El Diario de Murcia (el propio Tornel), El Correo de Levante, El Liberal y La Verdad.

     Martínez Tornel pidió a los presentes que acordaran una medida general que permitiera que las empresas periodísticas respetaran el descanso dominical de los obreros. A esta idea se unieron los representantes de La Verdad y El Correo de Levante; no así Enrique Rivas Beltrán, director de El Liberal, quien reconoció que había acudido a la reunión únicamente por deferencia hacia sus compañeros y que no estaba dispuesto a perder los ingresos que producían las ventas de los lunes. Rivas argumentó que la decisión de su empresa tenía un trasfondo económico y, por tanto, no podía ser objeto de un acuerdo colectivo.

Primera ley

     El lunes 22 de agosto de 1904 La Gaceta, actual Boletín Oficial del Estado, publicó una ley promulgada por el Gobierno de Antonio Maura que establecía el descanso dominical en diversas profesiones, entre ellas la periodística. Su aplicación impedía a las empresas informativas ejercer cualquier tipo de trabajo entre las doce de la noche del sábado y la misma hora del domingo.

     Enrique Rivas ideó una solución para que la ley del descanso dominical no impidiera la publicación diaria de El Liberal. La estrategia del empresario consistió en mantener a los trabajadores activos hasta las últimas horas del sábado en las que confeccionaban la edición del día siguiente. El domingo, poco después las doce de la noche, los obreros de El Liberal reanudaban su actividad para sacar a la calle una edición vespertina que se vendía los lunes.

     La ley del Gobierno de Maura provocó un rechazo rotundo entre la mayor parte de la prensa nacional. El propio Martínez Tornel (quien tras la desaparición de El Diario de Murcia, colaboraba con El Liberal) profetizó su fracaso "porque se ha reglamentado tan desdichadamente su cumplimiento que bien puede asegurarse que será flor de un día." No anduvo desencaminado en su pronóstico el veterano periodista murciano, pues esta primera implantación del descanso dominical de los periodistas apenas duró unos meses. Tras la caída del gobierno de Maura, un Real Decreto de 19 de abril de 1905 excluía del descanso dominical a los trabajadores de los periódicos. Un mes más tarde la prensa reanudaba su actividad habitual.

Nueva imposición del descanso dominical

     Pese a que el primer intento de un gobierno por regular un decreto que permitiera el descanso dominical de los periodistas provocó el rechazo de la mayoría de las publicaciones nacionales, la prensa católica siguió protestando por la supuesta explotación laboral de algunas empresas periodísticas a sus empleados. Estas críticas surtieron efecto en el año 1920, pues un Real Decreto de 15 de enero promulgado por el Ministro de la Gobernación, Joaquín Fernández Brida, volvía a imponer el descanso dominical de los periodistas con la advertencia de duras sanciones para los transgresores.   

     La ausencia de prensa los lunes, sumada a la inexistencia de radio y televisión que pudiera informar a los ciudadanos de los acontecimientos que se producían en domingo, dejaba un vacío informativo durante 24 horas. Esta situación era propicia para que circulara información confusa, lo que no convenía al Gobierno ya que España se encontraba inmersa en plena Guerra de Marruecos. Para atajar esta situación, el 2 de septiembre de 1921 La Gaceta publicó una orden en virtud de la cual en las imprentas del Boletín Oficial de cada provincia se imprima en la noche del domingo al lunes una ''Hoja Oficial" en la cual se debía de insertar el parte de las operaciones del Ejército de Marruecos que los domingos se habría de transmitir con la mayor urgencia, así como cualquier otro hecho de extraordinaria importancia comunicado por el Ministerio de la Gobernación. Dicha hoja sería enviada gratuitamente a casinos, cafés y otros establecimientos públicos para que se colocara en un lugar bien visible. De este modo nació la Hoja del Lunes.