Tras su ingreso en la Compañía del Teatro Español, Fernando Díaz de Mendoza vivió una historia similar a la de sus inicios como actor aficionado. En muy poco tiempo se convirtió en el actor más importante de la compañía, y meses después anuncia su matrimonio con la actriz más destacada, María Guerrero, quien ya entonces era una figura conocida en toda España.

    El matrimonio se celebró el 10 de enero de 1896. Actuaron como padrinos el Duque de Humanes y la Condesa de Tamames. La pareja tuvo dos hijos, Luís Fernando, nacido el 5 de marzo de 1897 y Carlos, nacido el 4 de septiembre de 1898. Tras la boda asistieron al ensayo como otro día cualquiera y por la noche interpretaron la obra ''Lo positivo'' de Manuel Tamayo y Baus. Tras contraer matrimonio la pareja fijó su residencia en un hotel de la Calle Zurbarán.

Nace la Compañía Guerrero-Díaz de Mendoza

    Poco después los dos artistas fundan la Compañía de Teatro Guerrero-Díaz de Mendoza que se convertiría en la más importante de España durante el primer tercio del siglo XX. La irrupción en escena de esta compañía supuso una revolución en el teatro hasta el punto que muchos críticos afirman que el matrimonio fue el causante de la modernización del teatro español.

    La Compañía Guerrero-Díaz de Mendoza procuró cuidar hasta el más mínimo detalle de las representaciones. El actor (y ahora empresario) murciano se propuso reformarlo todo, entre sus principales aportaciones destacan:

- La introducción de modistos y sastres para el vestuario que operó una revolución escénica, lo que se notó especialmente cuando sustituyeron los decorados de papel por otros más modernos

- La constitución de compañías para que las obras representadas en el Teatro Español no fueran ''arias coreadas''

- Una variedad constante en los carteles

- Cuidar con especial esmero la presentación escénica de las obras

    El crítico Enrique Sa del Rey elogió la labor de Fernando Díaz de Mendoza en la revista ''El arte del teatro'' ''Vemos como se hacen las obras en el Español, sin un solo defecto de interpretación y con tal lujo en decorado y atrezzo que los más exigentes, los eternos protestantes no pueden decir que en ningún teatro europeo se presentan las obras mejor que lo hacen la Guerrero y Mendoza. El resultado no se hizo esperar. Volvió la gente a su castiza afición por el teatro coinciendo con este auge del drama, la iniciación de un descenso en los entusiasmos del público por el género chico''.