Israel Crespo
El primero de los traslados que se realizan en Murcia tienen lugar el último viernes de Cuaresma, viernes anterior al de Dolores, al finalizar el quinario que, en su honor, han venido celebrando los miembros de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en la iglesia privativa de la entidad nazarena que se ubica junto al Museo de Salzillo en la plaza San Agustín.
Este traslado, que se viene realizando varias centurias, tiene por objeto llevar la imagen de su Titular hasta el cercano convento de las MM Agustinas, en cuyo templo permanece hasta el Miércoles Santo por la mañana, en que de nuevo y en solemne traslado es devuelto a la sede de la cofradía para formar parte del cortejo penitencial del Viernes Santo por la mañana.
Se tiene la creencia en Murcia que este traslado viene motivado por el trabajo de las monjas de clausura que arreglan y visten la imagen para su salida procesional. Efectivamente, esto era así en la antigüedad y hoy, para no perder la costumbre, se ha seguido manteniendo. Del mismo modo, en tiempos pasados, las hermanas quitaban de sus hombros la cruz al Nazareno y ellas, a lo largo del día y de la noche, hacían penitencias en el interior de la clausura portando la cruz de Cristo. Era un signo externo de querer aliviar la agonía de Jesús. El traslado de la noche del viernes de Cuaresma se realiza por un leberinto de callejas del viejo barrio de la Arrixaca, uno de los más antiguos de la ciudad, y es de gran belleza.
Acuden cientos de fieles que acompañan a la sagrada imagen que es portada, en hombros, por miembros de la Brigada Paracaidista del Ejército de Tierra, que son hermanos honorarios de esta entidad nazarena.
Su vuelta a la sede de la cofradía se realiza Miércoles Santo por la mañana y para la ocasión los mayordomos que llevan el trono sobre sus hombros visten la túnica morada, igualmente que en la procesión del Viernes Santo.
